Supongo que Rafa Benítez se comerá los turrones en el Santiago Bernabéu, aunque en el típico brindis de diciembre se le puede atragantar la almendra caramelizada. Todo por culpa de su poco carisma y sus planteamientos defensivos. Los jugadores, que son tan responsables como él de la derrota de ayer, no le quieren tener como entrenador. Prefieren a alguien como Carlo Ancelotti para poder campar a sus anchas, algo que habla de poca profesionalidad.
Anoche pasó de alinear a Casemiro y tampoco optó por la opción Isco para no sentar a James Rodríguez. Confeccionó el once que le pedía la grada para no llevarse una colleja desde el minuto uno, pero el Barça se encargó de dársela hablando en el terreno de juego. Al final, 0-4 y seis puntos de diferencia entre unos y otros en La Liga. Diferencia que hoy por hoy es abismal si nos ceñimos a lo futbolístico.
No hizo falta Messi
Luis Enrique pudo permitirse el lujo de tener al mejor jugador del mundo en el banquillo. Más que nada porque tiene al próximo aspirante, Neymar, y al que a día de hoy es el mejor ‘9’ del planeta, Luis Suárez.
El uruguayo aprovechó una gran jugada de Sergi Roberto en el minuto 11. El canterano se fue con decisión a por sus rivales y le sirvió en bandeja una asistencia con la zurda que le dejó solo ante Keylor Navas. Lejos de ponerse nervioso, Suárez definió con un toque preciso con la parte exterior de su bota derecha, lo que hizo inútil la estirada del costarricense. Le sobran recursos al ex del Liverpool.
El Madrid, sin ideas
A todo esto, el Real Madrid no jugaba a nada. Movía la pelota sin criterio y no hacía daño. Karim Benzema estuvo menos activo de lo que suele ser habitual y tanto Gareth Bale como Cristiano Ronaldo desaparecieron. El galés ya puede irse a la Premier League, donde se volverá a salir, y el portugués ya se puede ir al PSG o al que le pague más. Su apatía, y su falta de personalidad para echarse el equipo a las espaldas, propició que el público del Bernabéu le silbara. Le da igual el equipo, solo piensa en sus logros individuales.
Bravo por Bravo
El Barça no tenía prisa y tocaba sin verse excesivamente presionado. Los de Benítez solo mordían cuando la pelota caía en los pies de Claudio Bravo, que sometido a una extraña norma que no te permite darle un puntapié al balón para sacudirte, la intentaba jugar con uno de sus compañeros comprometiéndolos demasiado. Ahí los blancos estuvieron a punto de pescar una, pero al final nada de nada.
El portero chileno fue temerario en esas jugadas por cumplir con lo establecido, pero a su favor hay que decir que fue uno de los mejores del partido. Sacó un par de cabezazos que parecían gol y desbarató la mejor ocasión de CR7, que a centro de Bale pudo definir con toda la portería para él.
Neymar dejó su sello marcando y asistiendo
Neymar hizo el 0-2 en una gran jugada que definió con algo de suerte, ya que su disparo se coló por debajo del brazo izquierdo de Navas, que se fue al suelo con menos acierto que otros domingos. El Barça se gustaba y se iba al descanso con una sonrisa de oreja a oreja, sin sentir la necesidad de dar entrada a un Messi que no tardó en saltar al verde tras la reanudación.
El partido se acabó por completo en el minuto 53. Poco antes la tuvo Marcelo, uno de los que siempre da la cara, pero su disparo se perdió en el lateral de la red. Muy distinto fue lo que pasó con una jugada espectacular que tuvo como protagonistas a Neymar y Andrés Iniesta. El de Fuentealbilla se apoyó en el brasileño para tirar una pared de lujo, ya que éste se la dejó de tacón, sin mirar, para que solo tuviera que disparar en carrera. La pasividad de los jugadores del Madrid me hizo pensar que le están haciendo la cama a Benítez, pero eso son temas que prefiero no tratar. Iniesta aprovechó la delicatessen de su compañero para pegarle con las mismas ganas que le pegó en Stamford Bridge años atrás. La puso en la misma escuadra y parte del Bernabéu le aplaudió minutos después cuando fue sustituido.
Doblete de Suárez
Le reemplazó un Munir que sigue demostrando que no da la talla. El delantero español de origen marroquí falló dos ocasiones clarísimas. Antes, eso sí, Suárez había dado su segundo mordisco, esta vez en una jugada en la que pudo ser más generoso. Se quedó solo ante Navas y se la pudo dar a Neymar para que rematara a placer, pero decidió amagar con el disparo y sentó al ‘1’ del Madrid para definir con un toque sutil. 0-4 en el minuto 74 y bronca histórica. Los papelitos blancos que repartieron para el mosaico inicial se convirtieron en el artefacto perfecto para mostrar el descontento del respetable, que se cebó con los jugadores, con Benítez y con Florentino Pérez.
Gerard Piqué buscó la manita para repetir un gesto que pasó a la historia de los Clásicos, pero Munir le arrebató la oportunidad en una jugada que no supo definir. El catalán, que ya se había sumado al ataque con anterioridad, lo lamentó profundamente, pero en el vestuario se hizo una foto con Munir y le quitó hierro al asunto. No era un día para reprochar nada a nadie.
Cambios obligados en la casa blanca
A quien sí hay que reprochar cosas es a los jugadores locales y a Florentino. Creo que Benítez es el que menos culpa tiene. Ayer apostó por un once prácticamente idéntico al que alineó Ancelotti el año pasado en la victoria de los blancos ante el eterno rival. La actitud de los jugadores no fue la misma y se nota que Cristiano Ronaldo ha perdido el apetito.
El portugués ofreció su peor versión, mostrando una apatía que a mí me invitaría a venderle en el mercado de invierno. Florentino debe darse cuenta de que han apostado por el modelo equivocado. El Barça también tiene jugadores galácticos, pero todos se llevan bien. En el Madrid no pasa lo mismo. Cristiano tiene que ser el número uno sí o sí y más de un compañero debe estar harto de él. De hecho, se comenta que su relación con Bale es mala, lo cual no me extraña.
Lo mejor que puede hacer el Madrid es vender a Cristiano y Bale para sacar más de 200 millones de euros. Con ese dinero puedes montar otro proyecto basado en el juego en equipo, en el buen rollo en el vestuario. Están obligados a fichar a gente con hambre para seguir siendo uno de los más grandes de Europa. De nada sirve tener una plantilla plagada de estrellas si no van todos a una. Y la culpa no es solo del entrenador, que nadie quiera echar balones fuera para irse tan tranquilo a casa…