La fiesta estalló en Barcelona cuando el árbitro Massimo Busacca señaló el final del encuentro. El Barça se había proclamado campeón de Europa por tercera vez en su historia y había completado una magnífica temporada con un triplete inimaginable antes de empezar. Era motivo de satisfacción y lógico que todos los aficionados culés salieran a la calle a celebrarlo.
Sin embargo, Canaletas, lugar por excelencia de la celebración en Barcelona, se volvió a teñir de negro. Unas 100.000 personas festejaron con cánticos y banderas la victoria, algo que no hicieron los energúmenos de siempre que se dedicaron a provocar disturbios lanzando latas y botellas a los periodistas y policías que había por la zona. En total, hubieron 134 detenidos.
Lógicamente, los policías apenas sufrieron daños porque iban protegidos. Los peor parados fueron algunos aficionados que estaban cerca del cordón policial. Varias contusiones y brechas provocaron que las ambulancias tuvieran que hacer acto de presencia para trasladarlos al hospital más cercano. Un espectáculo lamentable que por desgracia se repite con demasiada frecuencia.