Francesco Totti ha decidido dar un paso al lado. Un paso que por lo visto le han obligado a dar, ya que nunca se ha sentido parte importante de la cúpula directiva de la Roma. Tras retirarse como futbolista en 2017 tuvo la oportunidad de seguir en su casa, pero desde entonces se ha sentido ninguneado a la hora de tomar decisiones técnicas: «A las 12:41 del 17 de junio, envié un correo electrónico al CEO de la Roma con mi renuncia. Esperaba que este día no existiera».
Un Totti muy dolido
En la rueda de prensa no se ha mordido la lengua. Totti ha apuntado y a disparado a diestro y siniestro, aunque el que más «balas» se ha llevado es el presidente, el estadounidense James Pallotta.
Ha resumido su mandato como el de una persona que no sabe dónde se ha metido:
Pallotta no entiende que conozco a la Roma y Trigoria (la ciudad deportiva de la Roma) como mis bolsillos. No porque sea mejor que todos los demás, sino porque crecí allí. No se ha respetado el romanismo. Dentro de Trigoria me apuñalaron por la espalda. Hay gente que no me quiere y hace el mal a la Roma. Pallotta no sabe muchas cosas, confía en la gente equivocada.
Totti no ha aguantado más de dos temporadas. Esperaba sentirse importante y se va como Monchi, bastante descontento:
Nunca tuve la oportunidad de trabajar en el área técnica. No es mi culpa. Me mantenían alejado de todo. En dos años he tenido diez reuniones. Sólo me llamaban cuando estaban en problemas.
El fútbol no es un juego, es un negocio
Es una pena que leyendas como Totti tengan que irse del club de toda su vida por culpa de los propietarios. El fútbol es puro negocio y la llegada de inversores de países extranjeros están acabando con lo poco que quedaba de sentimiento. Lo que ha pasado en Roma es un ejemplo, pero hay muchos más y habrás otros casos como el de «Il Capitano».