De momento no ha soltado prenda. Luis Enrique está centrado en el tramo final de la temporada y no ha querido hablar de su futuro. Y hace bien, porque si consigue el triplete todo el mundo le hará la ola, pero si no gana nada o solo consigue la Copa del Rey, estará en el punto de mira de los que a día de hoy le elogian como si fuera el nuevo Guardiola.
Un «problema» llamado Messi
Todavía le queda un año de contrato, pero su situación no es la más cómoda. Es un tipo temperamental que ya demostró ser capaz de cargarse al mismísimo Francesco Totti en la Roma, pero las cosas han sido diferentes en Can Barça. Entre otras cosas porque se hubiera hecho el harakiri dejando a Leo Messi en el banquillo, al tiempo que la grada no se lo habría perdonado.
Su relación con la estrella del equipo no es buena, por mucho que el delantero argentino dijera recientemente en rueda de prensa que ahora mismo sí lo es. Se nota que no hay el feeling necesario entre un jugador y un entrenador. Se respira calma tensa y lo único que aparca el problema es la buena situación del equipo.
Los directivos están encantados con su trabajo
Josep Maria Bartomeu quiere que siga al frente de la nave culé, pero ni siquiera sabe si podrá repetir como presidente del Barça. El próximo 19 de julio se celebran las elecciones a la presidencia, lo que significa que podrían quedarse sin entrenador si Luis Enrique decide hacer las maletas por iniciativa propia. Demasiada incertidumbre con tantos títulos por delante.
Veremos qué es lo que pasa de ahora en adelante. En mi opinión todo dependerá de los títulos. Si ‘Lucho’ lo borda y Messi sigue igual de bien, aprenderán a convivir en paz como hasta ahora. Cada uno pensará lo suyo por dentro, pero como profesionales tendrán que tragarse aunque solo sea de cara a la galería.