La selección brasileña es sinónimo de samba, no de músculo. Es sinónimo de libertad en el campo, no de instrucciones que hay que cumplir a rajatabla. Jugando con soltura han ganado cinco Mundiales a lo largo de su historia y si quieren engordar esa cifra tendrán que ser fieles a su estilo original. Dicho estilo es incompatible con la apuesta futbolística de un Luiz Felipe Scolari que ha salido muy escaldado del Mundial de Brasil.
Las duras derrotas ante Alemania y Holanda le han echado del puesto de seleccionador. Ha dimitido porque la gente no le quería y porque le iban a despedir dentro de muy poquito si no se iba él. Habrá pensado eso de que es mejor dejar a tu novia antes de que sea ella la que te deje a ti.
Espantada previsible
Felipao no se va solo. Se va junto a su ayudante Flavio Mortusa, el preparador físico Anselmo Sbragia y el coordinador técnico Carlos Alberto Parreira. Además, también hay un jugador que ha dicho que no volverá a vestir la camiseta de la canarinha. Me refiero a Fred, un cabeza de turco perfecto a la hora de señalar a alguien que no ha dado la talla en el campo. El delantero del Fluminense, que ahora mismo tiene 30 años, no volverá a marcar goles para Brasil, aunque a decir verdad no se le echará mucho de menos porque solo logró uno en los seis partidos que disputó (en la goleada a Camerún).
Fred abandona la selección brasileña tras 38 partidos en los que ha logrado marcar 17 goles, pocos tratándose del ‘9’ de la verdeamarelha. Romario, Ronaldo y compañía sí que eran delanteros de fantasía, no simples rematadores.