Ronaldinho pudo volver ayer al Camp Nou para recibir ese cálido homenaje que le debía la afición culé. El brasileño se emocionó con el recibimiento tan especial que le prepararon, aunque no llegó a derramar ninguna lágrima. Después, sobre el terreno de juego, demostró que tiene detalles de clase fuera de lo común, aunque le falta ese físico y esa mentalidad que le hacían ser el mejor. Sus mejores jugadas siempre se quedaron en nada.