De partido fácil nada de nada. River Plate tuvo que sudar la gota gorda para meterse en la final del Mundial de Clubes que se está disputando en Japón. Lo hizo a costa del equipo anfitrión, el Sanfrecce Hiroshima. Venció por 1-0 con un solitario gol de Lucas Alario que subió al marcador en el minuto 72, cuando no estaba nada claro que fueran a ganar.
Barovero para los sustos
Los 15.000 argentinos que se presentaron en el estadio Nagai de Osaka pueden respirar tranquilos después de la tensión acumulado durante algo más de 90 minutos. Los franjirrojos no se pasearon como alguno creía, y hasta estuvieron a punto de recoger el balón del fondo de las mallas.
Los nipones gozaron de tres buenas ocasiones en el primer tiempo, pero el veterano Marcelo Barovero estuvo muy fino bajo palos. Desquició a Minagawa y a Chajima con grandes intervenciones y puso a los suyos firmes para que el partido no se convirtiera en un correcalles.
Dominio sudamericano
La cosa cambió mucho en la segunda parte. Los de Núñez se hicieron fuertes en defensa y llegaron a la portería rival con más desparpajo. Se mascaba que en alguna jugada de River se podía decantar la balanza, pero ésta se hizo de rogar.
En una mala salida del portero del Sanfrecce Hiroshima, el balón quedó muerto en el área pequeña y por allí apareció Alario. Metió la cabeza con toda la decisión del mundo y abrió una lata que estaba más cerrada de lo que imaginaban. Los gritos de los aficionados se escucharon hasta en Argentina. Era un gol importante, un gol que les liberaba y les clasificaba para la gran final, la que esperan disputar ante el Barça de Neymar, Messi y Luis Suárez.