Cuando un club de fútbol profesional ficha a un nuevo jugador, antes de ser presentado debe pasar un exhaustivo reconocimiento médico. El proceso comienza con una exploración general. Se le mide la altura, peso, tensión arterial y pulso del futbolista para crear una ficha en la que los diferentes médicos del club añadirán sus informes e historial médico.
Primero es importante descartar problemas no relacionados con el deporte. Normalmente, un jugador tiene menos de 60 pulsaciones por minuto en reposo y supera las 180 tras un esfuerzo importante, mientras que una persona normal tiene un pulso medio de 80 en reposo.
Luego se le realiza una analítica en ayunas de sangre y orina. También se les prepara un perfil hormonal que sirve básicamente para identificar su gasto mínimo de energía en reposo (normalmente un 30% superior al de una persona que no sea deportista).
La fase más importante es el estudio cardio-respiratorio. Incluye radiografía de tórax, electrocardiograma y ecocardiograma, que muestra imágenes del corazón en 3D en tiempo real. En ese momento se realizan pruebas aeróbicas, como correr en la cinta para medir su resistencia, y anaeróbicas para medir su fuerza.
El estudio locomotor también es importante para examinar huesos, músculos, ligamentos, tendones, articulaciones y nervios. Especialmente se estudian las rodillas y tobillos. Si el jugador está lesionado o tiene problemas musculares puede que se cancele el fichaje.
Finalmente se realiza una prueba biomecánica en la que se analiza la huella del futbolista para fabricarle una plantilla personalizada con la que pueda ejercitarse mejor para evitar futuras lesiones o molestias físicas.