Es curioso que esta Portugal haya sido capaz de lograr lo que no fueron capaces de lograr jugadores como Eusébio, Luis Figo, Rui Costa o Paolo Futre. Sin grandes estrellas a excepción de Cristiano Ronaldo, al que solo se le ha visto el pelo ante Hungría y Gales, les ha tocado sudar tinta china en los siete partidos que han disputado. Basta con decir que solo han sido capaces de ganar uno de ellos en el tiempo reglamentario para darse cuenta de que no han ido sobrados.
Ha sido una Eurocopa bastante mala a nivel futbolístico, o al menos esa es la sensación que he tenido. De todas formas, es una Eurocopa tan válida como la que ganó España hace cuatro años o Grecia en 2004, cuando se impuso precisamente a Portugal en la final después de un periplo cargado de resultados muy ajustados.
Pepe, en su línea
Francia se las prometía muy felices tras llegar a la final ganando a Alemania por 2-0. Sin embargo, la anfitriona no fue capaz de derribar la muralla lusa, cuya consistencia era importante con Pepe en plan mariscal y Rui Patrício muy seguro bajo palos. No hubo demasiadas noticias de Antoine Griezmann, que acabó la Eurocopa como Bota de Oro, pero perdiendo otra final europea.
Cristiano no aguantó ni 20 minutos
La peor noticia para los portugueses fue la lesión de Cristiano Ronaldo. El delantero del Real Madrid se fue del campo entre lágrimas y en camilla tras recibir un rodillazo de Dimitri Payet que afectó a su ligamento. De hecho, tras las primeras pruebas médicas, se le ha diagnosticado un esguince del ligamento lateral interno de grado I. Nada por lo que deba preocuparse Zinedine Zidane, aunque es probable que se pierda la Supercopa de Europa que se disputará el próximo 9 de agosto en Trondheim, Noruega.
Francia tuvo varias ocasiones claras
Sobre el césped las ocasiones fueron para los franceses, que tuvieron la posesión del balón y se acercaron al área rival con asiduidad. Moussa Sissoko, que lamentablemente jugará en la segunda división inglesa con el Newcastle, fue el mejor de los locales. Lo intentó con mucha desparpajo y atrevimiento, dándole la razón a Didier Deschamps a la hora de sentar a N’Golo Kanté.
Sin noticias de Pogba
Al que no se le vio mucho el pelo fue a Paul Pogba. El centrocampista de la Juventus no tiró del carro y sembró muchas dudas. Demasiadas como para desembolsar 100 millones de euros por su fichaje. Payet tampoco estuvo tan fino como en otras ocasiones y Olivier Giroud peleó sin éxito. De hecho, la mejor ocasión no la tuvo él, sino Gignac, que le sustituyó en la segunda mitad. El delantero de Tigres envió el balón al poste en el minuto 92 tras romperle la cintura por completo a Pepe.
Un goleador llamado Éder
Al final todo se decidió antes de la tanda de penaltis gracias a un héroe que no estaba en ningún guión. Éder, que había saltado al césped en el 79 para sustituir a Renato Sanches, perforó la portería defendida por Hugo Lloris en el minuto 109, poco después de que Raphael Guerreiro mandara al larguero un lanzamiento de falta. El delantero del Lille batió al portero del Tottenham con un disparo lejano y raso desde la frontal que sorprendió a todo el mundo. Samuel Umtiti, el nuevo fichaje del Barça, no tapó bien su latigazo porque le dio demasiados metros.
Cuando Mark Clattenburg señaló el final del partido, Cristiano se lanzó al césped desde el área técnica llevándose las manos a la cara y llorando de felicidad. Solo le abrazó un compañero. El auténtico héroe había sido Éder, y el triunfo era del equipo. Nadie podrá decir que ganaron gracias a CR7. Y menos mal, porque su ego se habría multiplicado exponencialmente y sería todavía más insoportable.