Es la frase que muchos padres (y también madres, cómo no) escuchan cuando sus hijos apenas tienen cinco o seis años. Lo de ser bombero y lo de ser astronauta también suena mucho, pero los padres pronto se encargan de que sus hijos busquen salidas con futuro. Con la sanidad privatizada y las misiones espaciales reservadas para americanos y rusos, la mejor opción es la de ser futbolista, aunque tampoco está al alcance de todo el mundo. Solo unos pocos elegidos pueden ganarse la vida «pegándole patadas a una pelota», como dirían los que detestan el fútbol.
Poco a poco se enamoran del fútbol
Lo de empezar a jugar al fútbol con los amigos es el primer paso. Juegas en la escuela, ves partidos en televisión, te bajas al parque a jugar con tus padres… hasta que al final se te enciende una bombilla cuando escuchas a tu vecino diciendo que sus papis le acaban de apuntar a un equipo de fútbol. ¡¿Qué?! ¿Eso qué es? ¡Yo también quiero!
Así empieza todo. El niño empieza a jugar en un equipo de fútbol y puede que nunca más quiera dejarlo. Todo dependerá de las experiencias que viva durante los primeros años, y también de lo habilidoso que sea. La tasa de abandono es más alta cuanto menos habilidoso es el niño, no nos podemos engañar.
Muchos beneficios
Lo importante es que disfruta, practica deporte y se relaciona con otros niños. Cuando crece pasa exactamente lo mismo y hasta puede alejarse de los peligros que conlleva rondar los 15 años. Ya me entendéis. No es un seguro de vida, pero la probabilidad es más elevada si se mueve en un entorno saludable.
Aprende a respetar a los rivales, a compartir vestuario, a encajar una derrota, a ser suplente… El fútbol le puede dar más de una lección para ser mejor persona.
Cuando pasas a amateur…
Cuando se acaba el fútbol a nivel formativo todo es diferente. Quieres seguir jugando para divertirte, pero tienes otras obligaciones. Si cobras por jugar tendrás que dar el callo y jugarás con más o menos presión dependiendo de tu personalidad y de la categoría en la que juegues. Es cuestión de saberlo llevar y disfrutar como el primer día.
Si juegas sin cobrar no tendrás tantas preocupaciones y podrás faltar a entrenamientos y partidos sin tener que excusarte demasiado, pero seguramente no dejará de ser tu principal pasión y harás todo lo posible por no fallar. Lo malo es que hay que saber organizarse. Trabajo, relación sentimental y fútbol puede ser demasiado. Hay que ser un poco diestro en ese sentido para tirar hacia adelante.