A José Mourinho no se le ve nervioso. Es un tipo que sabe soportar la presión. Eso o que siempre lleva a mano una caja de Trankimazin por lo que pueda pasar. En la peor temporada que está realizando desde que es entrenador de fútbol profesional, el portugués sonríe ante los micrófonos y no lo pasa mal durante los 90 minutos que duran los partidos. ¿Por qué? Porque todavía le queda la Champions League.
Fuera de la Capital One Cup y derrumbados en la Premier
Es el único trofeo que no han tirado a la basura. El Stoke City les eliminó contra todo pronóstico de la Capital One Cup y en la Premier League se han abonado al desastre. Como bien dijo, no van a descender porque tienen plantilla para evitar una debacle de semejante magnitud, pero lo más preocupante de todo es que se pueden quedar fuera de Europa.
Abramovich le mantiene
Si no logran su billete a través del campeonato doméstico, siempre les queda la opción de ganar la Champions para repetir la temporada que viene. De ahí que Mourinho no haya tirado la toalla y Roman Abramovich esté dispuesto a aguantarle en el puesto. Le ofreció una extensión multimillonaria de su contrato hasta 2019 y ahora no le queda otra.
Irán de víctimas hasta el final
La victoria del pasado miércoles ante el Oporto fue una bendición para el ex del Madrid. Sueña con su tercera Champions y cree que están en disposición de lograrla por un motivo que no es demasiado convincente. Mou cree que pueden dar la sorpresa como ya ocurrió en 2004 con el Oporto y en 2010 con el Inter de Milán. No eran los favoritos, pero al final levantaron un título que solo está al alcance de los más grandes. ¿Se repetirá esa historia o se repetirá la historia de que las terceras temporadas de Mourinho son desastrosas?