La Juventus se consolida como líder del Grupo D de la Champions League. Las cosas no le van nada bien en Italia, pero en Europa se transforman y sacan todo el orgullo que les ha permitido ganar varios títulos internacionales a lo largo de su gloriosa historia.
Esperábamos mucho más de un Sevilla que se presentó en el Juventus Stadium con más miedo que otra cosa. Bajas como las de Vitolo, Fernando Llorente, Adil Rami, Éver Banega o Nico Pareja obligaron a confeccionar un once inicial poco recomendable para afrontar este tipo de partidos. Lo sabía Unai Emery, que si le dicen de firmar un 0-0 antes del partido no se lo hubiera pensado dos veces.
Resultado corto para lo que se vio
Lo malo es que ni siquiera supieron desplegar un fútbol rácano y defensivo. Lo primero sí, porque solo dispararon una vez en todo el partido, pero lo segundo fue una utopía. Lejos de sentirse cómodos con las líneas juntas y replegados atrás, se vieron superados una y otra vez por una Juventus que creaba ocasiones de gol claras con una facilidad pasmosa.
Se mascaba el primer gol, aunque éste no llegó hasta el minuto 41. Fue cuando apareció Álvaro Morata, un hombre que se ha acostumbrado a marcar goles en la Champions. Remató de cabeza un centro de Barzagli con poca oposición. Se elevó por encima de los defensas hispalenses aprovechando una pasividad impropia de un equipo tan grande como el Sevilla.
Tras la reanudación esperábamos a otro equipo, pero los de Emery no cambiaron de plan. Kevin Gameiro se aburrió pidiendo balones que no llegaban y los de Massimiliano Allegri estuvieron a punto de sentenciar el partido en más de una ocasión. Lo lograron en el minuto 87, cuando olieron sangre en un contraataque finalizado por Simone Zaza. El ex del Sassuolo, que hasta hace poco tiempo no contaba nada para su entrenador, anotó su segundo gol con la camiseta de la Juventus para certificar un triunfo que les permite liderar con tres puntos de ventaja.
El City tumbó al Gladbach ‘in extremis’
Dos argentinos salvaron al Manchester City en Alemania. El Borussia Mönchengladbach, esperanzado tras sus dos últimos triunfos en la Bundesliga, saltó al césped con ganas de llevarse los tres puntos ante un rival que venía con una dinámica completamente opuesta.
Los de Manuel Pellegrini, que habían sobrevivido a un penalti en contra que paró Joe Hart en la primera parte, se vieron sorprendidos por el tanto de Stindl en el minuto 52, pero el fútbol fue justo con ellos y lograron darle la vuelta al marcador antes del pitido final. Primero por mediación de Nicolás Otamendi, que finalizó con una volea sensacional una jugada en la que sus compañeros pedían gol por un remate previo. El 1-2 definitivo fue cosa de Sergio Agüero, que no se puso nervioso a la hora de transformar un penalti que él mismo había provocado.