La Copa del Rey no es un caramelo para todo el mundo. De hecho, es una competición que muchos equipos de Primera División desearían no jugar. Sus campos no se llenan (lo más lógico es que tengan que jugar fuera de casa las primeras rondas) y lo único que ganan es saturar de partidos a sus jugadores.
Un buen ejemplo de club que de haber podido elegir habría decidido no jugar la Copa es el Getafe. Están en una situación muy delicada en LaLiga y anoche quedó claro que visitaron el campo del Atlético Baleares por obligación. Lo malo es que perdieron por 5-0 dando una imagen lamentable.
Bochorno sin paliativos
Los de Quique Sánchez Flores, que reconoció en la rueda de prensa posterior que era imperdonable mientras pedía perdón a la afición, vieron como un equipo de dos categorías menos les pasaba por encima con una facilidad pasmosa. Los goles no dejaban de caer, en parte por culpa de la expulsión de Erick Cabaco, que dejó a los madrileños en inferioridad numérica durante una hora de partido.
Los locales se vinieron arriba y no trataron de encerrarse atrás para mantener el resultado. Se vieron tan superiores que decidieron alargar la fiesta mientras el público cantaba y hacía la ola en las gradas. Hoy estarán en el bombo de dieciseisavos de final de la Copa del Rey a costa de un Getafe que ahora sí puede centrarse única y exclusivamente en salvar la categoría.
El Alcoyano, el Linares y el Majadahonda, también de Primera RFEF, estarán en el sorteo junto al Mancha Real, que es el único superviviente de Segunda RFEF tras derrotar al Granada por 1-0 contra todo pronóstico.