El Real Madrid logró lo que no había logrado ningún otro equipo en la era Champions. Levantó el máximo título continental por segunda vez de forma consecutiva para dejar claro que hoy por hoy es el club que manda en Europa.
Zinedine Zidane se ha ganado el cariño y el respeto de la afición, que no las tenía todas cuando Florentino Pérez apostó por él cargándose a Rafa Benítez. El francés era un ídolo por cómo jugaba, pero no estaba claro que las cosas le fueran a ir igual de bien en los banquillos.
Pocas bajas e incorporaciones muy útiles
Ahora ya no hay quien discuta la elección de Zidane. La pregunta es… ¿será capaz de ganar una tercera Champions consecutiva? La respuesta debería ser afirmativa teniendo en cuenta que tendrá a su disposición a los mismos jugadores. Solo pierde a James Rodríguez, cuyo papel era más que secundario, y a Pepe, que dejó de ser titular en cuanto Raphael Varane estuvo en condiciones de afrontar el tramo final de la temporada.
Le beneficiarán los fichajes de Theo Hernández y Dani Ceballos, así como también el regreso de Jesús Vallejo. Los tres son muy jóvenes y llegan al Santiago Bernabéu con ganas de comerse el mundo, de pelear por un puesto en el once titular. Eso puede hacer que los once intocables de la temporada pasada no se relajen, algo fundamental para no dejar de ser competitivo.
Lo mismo se puede decir de Marco Asensio, que volverá a apretar para que se reabra el debate de si merece la pena mantener a un jugador como Gareth Bale, que cobra una millonada y se pasa más tiempo lesionado que jugando.
¿Se habrán quedado sin hambre de títulos?
El miedo que tendrá Zidane es el miedo que tienen algunos entrenadores que deciden hacer las maletas después de ganar títulos importantes. Me refiero a lo de perder esa ambición tan necesaria para luchar por títulos a los que aspiran otros equipos de mucho nivel, como por ejemplo el Barça, el Bayern de Múnich o el Chelsea.