La estabilidad en un vestuario es fundamental para lograr títulos. Sobre todo en plantillas tan galácticas como la del Real Madrid, donde conviven diversos egos que no solo buscan el bien colectivo, sino también el individual.
Con José Mourinho no hubo estabilidad y los títulos llegaron en cuentagotas. El club necesitaba centrarse fichando a un entrenador capaz de transmitir paz y buen rollo a sus jugadores. Cuando se habló de Carlo Ancelotti más de uno lamentó la decisión de Florentino Pérez, porque por eso de ser italiano ya se le asociaba al catenaccio. Maldito cliché.
Con el paso de los meses Carletto se ha ganado a quienes no confiaban en él y ahora mismo es difícil pensar en un entrenador mejor para el Madrid.
Los títulos y el juego avalan su trabajo
Los blancos entretienen, ganan partidos y acumulan títulos. La temporada pasada conquistaron la Copa del Rey y la famosa décima Copa de Europa. Este año ya han ganado la Supercopa de Europa y tienen ganas de más. En la Liga están cada vez mejor y en la Champions League están haciendo las cosas muy bien. El club es una balsa de aceite pese a que cundió el pánico cuando Ángel Di María y Xabi Alonso se marcharon.
Por eso mismo Florentino quiere hablar con su amigo Ancelotti. Su contrato termina el 30 de junio de 2016, pero su deseo es que continúe en el Santiago Bernabéu una o dos temporadas más, tal vez hasta 2018. Agradece que el madridismo esté unido y que en la plantilla nadie levante la voz más que el entrenador. Jugadores como Cristiano Ronaldo consideran a Ancelotti como un padre, y son precisamente esas declaraciones las que te hacen pensar que el exentrenador del PSG es un líder capaz de poner a cada uno en su sitio sin que nadie se altere.