El Zenit de San Petersburgo visitaba el Principado de Mónaco sabedor de que se lo jugaba todo a una carta. Muy cerca del mítico casino donde se mueven más billetes de 500 euros que en la sede de un partido político sobradamente conocido, los de André Villas-Boas necesitaban los tres puntos para obtener el billete que te permite disputar los octavos de final de la Champions League. El Bayer Leverkusen no se jugaba nada porque ya estaba clasificado, así que los rusos y el Mónaco disputaban un partido a vida o muerte.
El empate ya le valía al Mónaco
El empate era bueno para los locales, que en esta fase de grupos han demostrado que saben defender muy bien. Me llama la atención que un proyecto como el del Mónaco, que se está desmoronando por momentos, tenga la oportunidad de revivir gracias a esta clasificación que muy pocos esperaban. Han ido a parar al grupo más igualado de la competición y han sabido plantear muy bien casi todos los partidos que han disputado.
El enésimo fracaso del Zenit
Todo lo contrario podemos decir del sobrevalorado Villas-Boas, que después de este nuevo fracaso no sé dónde se va a meter. Tampoco sé qué va a pasar con el proyecto del Zenit, que por mucho dinero que invierte no consigue hacer algo grande en la máxima competición continental. Tal vez su propietario empiece a pensar que merece la pena invertir dinero en otras cosas.
El Mónaco ganó por 2-0 gracias a los tantos de dos defensas. Aymen Abdennour hizo el 1-0 en el minuto 63 y Fabinho se encargó de sentenciar a los visitantes a un minuto para el final.
En el otro partido del grupo el Benfica y el Bayer Leverkusen empataron a cero, por lo que los portugueses acaban en la última posición y los alemanes pierden el privilegio de ser primeros de grupo.