El Villarreal terminó su partido de ida de los octavos de final de la Europa League con un sabor agridulce. Pocas veces había visto a un equipo desperdiciar tantas ocasiones de gol. El Sparta de Praga fue como un juguete en manos de Denis Suárez, Bakambu y compañía, que no tuvieron su día de cara a puerta.
Resultado engañoso
El congoleño nacido en Francia, que para mí se ha convertido en uno de los jugadores revelación de la temporada, sí que vio puerta en dos ocasiones, pero su acierto fue insuficiente para lograr un resultado abultado. Los checos sacaron petróleo en una jugada a balón parado y afrontarán el partido de vuelta con la esperanza de dar la campanada.
El gol tonto de la jornada
El primero de la noche llegó en una jugada muy absurda. David Bičík, el portero del Sparta, se echó una siesta al recibir un pase de un compañero. No podía coger el balón con las manos y controló con toda la tranquilidad del mundo. ¿Qué pasó? Que cuando menos se lo esperaba tenía a Bakambu a menos de un metro con la pierna izquierda preparada para recibir un balonazo. Y así fue; el zapatazo le golpeó y el 1-0 subió al marcador de El Madrigal.
Empate inesperado
Eso pasó en el minuto 3 y las ocasiones se sucedieron a continuación. Sin embargo, los únicos que vieron puerta fueron los visitantes, que a la salida de un córner en el tiempo de descuento superaron a Sergio Asenjo con un gran remate de cabeza de Jakub Brabec. Fue uno de esos goles psicológicos que en realidad no afectó al equipo de Marcelino García Toral, que en la segunda parte continuó llevando la iniciativa.
Denis y Bakambu resolvieron el entuerto
La mejor combinación, la que le dio el triunfo al Villarreal, fue la que protagonizaron tres de los mejores futbolistas del equipo. Bruno Soriano se la puso a Denis Suárez para que se inventara algo y éste se la dejó a Bakambu en una posición muy ventajosa. El ’17’ controló, levantó la cabeza y definió a las mil maravillas.
Si todo va como en el partido de ida, los castellonenses no deberían tener problemas para obtener su billete de semifinales. La diferencia entre uno y otro equipo es abismal.