Pako Ayestarán está «muy decepcionado» y considera que «no es justa» la decisión que tomó el Valencia tras la reunión del Consejo de Administración. Se evaluó la crisis deportiva que ha llevado al equipo al equipo a ser colista de Primera División y se decidió echar al técnico de Beasáin, que llegó la temporada pasada para sustituir a Gary Neville cuando la situación era más que alarmante.
Vender a tus cracks no es buena idea
El verano no le ha sentado nada bien. Vender a André Gomes, Paco Alcácer y Shkodran Mustafi es sinónimo de desastre, sobre todo cuando no consigues fichar a jugadores de nivel para suplir esas bajas. Puede que Ezequiel Garay y Eliaquim Mangala sean los hombres más indicados para cerrar el grifo en defensa, pero por ahora la pareja de centrales no ha dado sus frutos (Garay no estuvo en San Mamés).
Falta gol y falta la convicción de que el Valencia es uno de los grandes de España, aunque las cosas van francamente mal desde hace unos años. Salpicados por la corrupción y con una deuda monstruosa, no les ha quedado más remedio que vender a sus cracks en las últimas temporadas, y ni siquiera Peter Lim es capaz de formar un equipo sólido evitando que los mejores se fuguen.
No dan con el entrenador adecuado
Con Ayestarán lejos de Mestalla, el club trabaja a destajo para encontrar al décimo entrenador en cuatro años, una cifra alarmante que habla de los problemas que están teniendo. De momento, de forma interina, Voro González se hará cargo del equipo y se sentará en el banquillo de Mestalla esta noche. No hay que olvidar que reciben al Alavés, que tal y como están las cosas ahora mismo es un rival directo para evitar el descenso a Segunda División.
Suena un sustituto que no entusiasma
Entre los candidatos a ocupar el puesto que ha quedado libre encontramos al portugués Marco Silva, un hombre de 39 años que fue despedido por los directivos del Olympiacos después de caer en la previa de la Champions League ante el modesto Hapoel Be’er Sheva israelí.
Yo me decantaría por Joaquín Caparrós, que incomprensiblemente continúa en el paro. Con su garra sería capaz de levantar los ánimos del vestuario.