Carles Puyol actuó de forma ejemplar, como siempre. Es el capitán del Barça, pero también podría ser el capitán del ‘fair play’ porque con gestos como el del miércoles volvió a meterse en el bolsillo a todos los aficionados al fútbol, hasta a los que son del Real Madrid y llevan una venda en los ojos (véase Tomás Roncero).
«¡Dame el mechero y juega!»
El de La Pobla de Segur no quiso polémicas extradeportivas y le quitó el mechero a Piqué. Lo hizo porque sabe qué es lo que viene detrás, y porque desgraciadamente no sirve de nada que el mechero llegue al delegado, se digan cuatro cosas por megafonía y el árbitro lo refleje en el acta. Al final todos los clubes se van de rositas (una multa de unos miles de euros no soluciona el problema) y los energúmenos de siempre vuelven a entrar al campo para hacer de las suyas.
No aprendemos
Si Puyol no le dice nada a su compañero y el árbitro para el partido por el mechero lanzado, seguramente habrían caído más cosas en los minutos posteriores. Sería una forma de «provocar» a los aficionados que tienen menos neuronas, aunque con eso no quiero decir que lo que iba a hacer Piqué está mal hecho.
Es triste decirlo, pero estas cosas pasan con demasiada frecuencia en España y en otros países donde las personas están todavía por civilizar. Lo que hay que hacer es tomar ejemplo de otras ligas y ser más respetuosos. Eso e imponer sanciones más duras contra quienes se comportan como animales en la grada. Solo así se extinguirán los energúmenos y podremos disfrutar de un deporte tan sano y precioso como el fútbol.