El madridismo se está cansando de ver a un Real Madrid que se comporta como un equipo impropio de su categoría. Anoche vimos una demostración más de lo que José Mourinho quiere: presionar a los árbitros quejándose constantemente.
Es verdad que la falta que transformó Marcos Senna no fue falta. Hamit Altintop fue a por el balón y logró tocarlo, aunque por la inercia que llevaba derribó después a Edu Oriol. Sin embargo, de lo que no se habla es del penalti de Álvaro Arbeloa a Nilmar en la primera mitad. El claro agarrón del ex del Liverpool no fue visto por Paradas Romero, quien la verdad es que tuvo una muy mala actuación en El Madrigal.
Paradas Romero es un árbitro al que le gusta tener protagonismo en todos los partidos. No quiere que los futbolistas se lleven la gloria, se la intenta llevar él liándola domingo tras domingo. Es sin duda alguna el peor árbitro de nuestra Liga y lo más increíble de todo es que sigue ahí entre los mejores. En ese sentido creo que alguien debería tomar cartas sobre el asunto porque todos salimos perjudicados, los equipos y los aficionados que esperamos ver un buen partido de fútbol.
Lo que no se puede consentir es que se hable más de los árbitros que de otra cosa. Ningún árbitro quiere fastidiar a un equipo de forma premeditada, como el bueno de Gerard Piqué dejó caer semanas atrás. Además, unas veces te dan y otras te quitan, así es el fútbol. Todo el mundo se equivoca y ellos, como humanos que son, también entran dentro de ese grupo.
¿Por qué no se dedican a jugar a fútbol los jugadores del Madrid? ¿Por qué Florentino Pérez no le para los pies a José Mourinho? El madridismo empieza a estar cansado de toda esta situación. Para mí, quejarse de los árbitros es algo propio de niños o de personas que no entienden de fútbol. A este paso pronto escucharemos eso de «árbitro comprado, pito regalado». En fin…