El Milan es un equipo en decadencia. Su crisis empezó cuando Silvio Berlusconi y Adriano Galliani decidieron envejecer la plantilla. Ficharon a estrellas que ya no estaban a su mejor nivel y ahora están cosechando los frutos de esa mala gestión deportiva. Lo único bueno que han hecho en estos últimos años ha sido vender a Kaká al Real Madrid por 65 millones de euros.
Anoche el Milan decepcionó una vez más a sus aficionados, que ya empiezan a estar cansados de Massimiliano Allegri. Los 3 puntos de 9 posibles que han logrado en la Serie A han encendido al personal, y el empate de ayer ante el Anderlecht en casa ha sido la estocada final.
Todo el mundo apostaba por una victoria italiana en el debut en la presente edición de la Champions League. Sin embargo, los belgas fueron capaces de mantener la portería a cero pese a tener varias bajas importantes. La cenicienta del grupo se aferró al espíritu defensivo y llegó a inquietar a Christian Abbiati en más de una ocasión.
Vender a Zlatan Ibrahimovic y Thiago Silva ha sido la estocada final. El Milan debe reconstruirse con calma y planificando un proyecto a largo plazo, aunque es evidente que un club de su envergadura no se puede permitir el lujo de dejar pasar varios años sin ganar títulos. Veremos cómo se las apañan en un mundo tan poco paciente como el del fútbol.
