El Real Madrid consiguió sacarse anoche dos espinas, la de ganar a su eterno rival y la de volver a ser campeón de la Copa del Rey 18 años después de la última conquista. El partido se tuvo que decidir en la prórroga, pues el planteamiento de José Mourinho fue sensacional y el FC Barcelona no fue capaz de marcar un solo gol en 120 minutos.
Los blancos volvieron a saltar al terreno de juego con el famoso trivote formado por Pepe, Xabi Alonso y Sami Khedira. Sin embargo, en esta ocasión Mesut Özil entró por Karim Benzema, quien el pasado sábado aportó más bien poco. En el Barça sólo un cambio, la entrada de Javier Mascherano por Carles Puyol. El argentino jugó de central y la verdad es que no lo hizo nada mal.
La primera parte fue más del Madrid que del Barça en lo que a sensación de peligro se refiere. Los catalanes tuvieron como siempre el control del balón, pero no eran capaces de llegar a inquietar a Iker Casillas porque les costaba mucho encontrar espacios. Mourinho supo frenar cualquier embestida de su rival, los jugadores entendieron perfectamente dónde tenían que estar colocados y hacia dónde tenían que correr para que las coberturas salieran a pedir de boca.
Así las cosas, las mejores ocasiones fueron del Madrid, la más clara de todas un remate de cabeza de Pepe a centro de Özil al filo del descanso. El portugués se anticipó a Dani Alves y estrelló el balón contra el poste derecho de la protería defendida por José Manuel Pinto. Con esa oportunidad fallada se llegó al descanso, con la sensación de que los blancos podían haberse adelantado en el marcador.
Tras el descanso el partido cambió radicalmente. El Barça continuó teniendo la posesión del balón y esta vez lo tuvo mucho más fácil. Los jugadores del Madrid estaba más cansados y eso se notó. No podían volver atrás con tanta facilidad y las coberturas ya no tenían la misma calidad. Así las cosas, Xavi Hernández, Andrés Iniesta y Leo Messi pudieron hacer de las suyas, aunque casi siempre se toparon con un inspiradísimo Casillas, el mejor portero del mundo.
Los minutos iban pasando y los azulgrana no encontraban el gol. El Madrid supo resistir, supo sufrir cuando peor lo estaba pasando. Así llegó la prórroga, esa que algunos jugadores no querían que llegara porque estaban destrozados. Habían sido 90 minutos de mucha intensidad.
El factor psicológico pudo jugar a favor del Madrid en el tiempo extra. El hecho de haber resistido en el tiempo reglamentario hizo que se vinieran arriba. Todo ello con la misma filosofía, esperando atrás y sin tener el balón. Sin embargo, en una jugada aislada llegó el gol. Marcelo y Ángel Di María combinaron. El argentino le ganó la espalda a Alves y puso un centro magnífico al área para que Cristiano Ronaldo se elevara marcando a la perfección los tres tiempos que en su día puso de moda Santillana: salto, suspensión y remate. Su cabezazo fue inapelable para un Pinto que trató de evitar el tanto volando por los aires. Era el 1-0 en el minuto 102.
CR7 por fin pudo quitarse la espina de no marcar en un partido importante. Todo ello pese a que volvió a jugar un muy mal partido, estando apagado, poco participativo y muy fallón. Tuvo el acierto de marcar el gol y es por ello que hoy algunos diarios y aficionados se levantarán diciendo que es el mejor jugador del mundo y que estuvo fantástico anoche. El no tener ni idea de fútbol es lo que tiene.
Los últimos minutos fueron un quiero y ni puedo del Barça. Gerard Piqué se sumó al ataque pero eso no fue suficiente. La última ocasión fue una falta lateral que Di María había cometido sobre Messi. Subió Pinto a rematar pero la ocasión se quedó en agua de borraja porque Xabi Alonso despejó con la cabeza. Undiano Mallenco pitó el final y el madridismo por fin pudo respirar aliviado para empezar a festejar una copa ganada con todo merecimiento. Mourinho es un hombre con estrella.