La pomposidad de la Champions League todo lo cura. Florentino Pérez puede respirar tranquilo y los jugadores ya piensan en lo que harán con los 600.000 euros de prima que se les va a pagar por haber levantado la Undécima. Todo ello mientras Zinedine Zidane se gana el respeto y la confianza que todo entrenador necesita para poner en marcha un nuevo proyecto.
El espectáculo solo fue musical
El espectáculo lo pusieron Alicia Keys y Andrea Bocelli justo antes de que el balón empezara a rodar. Fue una escenificación al más puro estilo Super Bowl que desquició a más de uno, ya que el partido arrancó con 5 minutos de retraso.
Cuando acabó toda la parafernalia que contribuye a que la Champions sea una competición capaz de atraer a numerosos patrocinadores, el espectáculo se marchó con las voces de los cantantes. Tanto el Real Madrid como el Atlético de Madrid ofrecieron una imagen bastante pobre, muy alejada de lo que esperábamos en una noche tan especial.
Gol y siesta (de las largas) del Madrid
El Madrid desapareció por completo en cuanto Sergio Ramos abrió el marcador en el minuto 15. El de Camas fue protagonista una vez más, y nuevamente acertó de cara a puerta en una jugada a balón parado. Eso sí, hubo algo de polémica, ya que estaba en fuera de juego por muy poco, si bien es cierto que Stefan Savic le estaba agarrando y el árbitro pudo pitar penalti. ¿Qué ocurrió primero? A saber.
Los minutos pasaban y no había noticias de Gareth Bale, Cristiano Ronaldo y Karim Benzema. El francés se descolgaba para venir a recibir y se dejó la piel en defensa, pero en ataque estuvo bastante desaparecido. La mejor ocasión la tuvo en la segunda mitad, en un mano a mano con Jan Oblak que acabó con el balón estrellándose en el pecho del portero esloveno, que le aguantó a las mil maravillas.
El Atlético dominaba la posesión y llegaba con cierto peligro a la portería defendida por Keylor Navas. Antoine Griezmann era quien mejor leía el partido moviéndose entre líneas para despistar al triángulo formado por Pepe, Sergio Ramos y Casemiro. El brasileño fue, en mi humilde opinión, el mejor del partido. Cortó cientos de balones y volvió a demostrar que es de los que no se arrugan. Zidane ha acertado «cargándose» a Isco y James Rodríguez para añadir un contrapeso en el centro del campo. Modric y Kroos, encantados.
Un agitador llamado Yannick
La segunda parte fue distinta a la primera porque entró un belga llamado Yannick Ferreira Carrasco que revolucionó el cotarro. Se atrevió con todo y tiró de frescura para marcharse de sus rivales. Fue una pesadilla para Danilo, que pudo jugar la final de la Champions porque Dani Carvajal se rompió y dejó el césped entre lágrimas.
Su premio llegó en el minuto 79, cuando Juanfran puso un centro entre el portero y la defensa que el internacional belga cazó para batir a Keylor con mucha facilidad. El partido volvía a empezar y daba la sensación de que el Atlético estaba mucho más cerca de su primera Champions que el Madrid de la undécima.
La prórroga de las medias bajadas
Al final se llegó al tiempo reglamentario con empate a uno y la prórroga fue un suplicio para los futbolistas de ambos equipos. Al Cholo Simeone todavía le quedaba alguna bala, pero Zidane vivía con preocupación el tiempo extra porque Bale y Cristiano estaban fundidos. Sobre todo el galés, que se quedó de palomero y apenas se movió.
Final cruel para Juanfran y el Atleti
El Madrid tuvo mejores ocasiones en la prórroga. No supo definir y la final se decidió en la tanda de penaltis. Ningún jugador blanco falló y Juanfran envió el balón al poste en el cuarto lanzamiento. Cristiano fue el encargado de lanzar el quinto y no falló. Engañó a Oblak y pasó lo que todos sabíamos que iba a pasar: se quitó la camiseta y esperó a sus compañeros como si él, que no la olió en todo el partido, hubiera sido el héroe de la final.
El Cholo tiene dudas
Es una pena que el Atlético no haya ganado esta Champions porque lo más normal es que le cueste mucho llegar a otra. Estar en dos finales en tres años es casi un milagro por presupuesto. Un milagro que han logrado gracias a un Simeone que puso en duda su continuidad: «Es un momento para pensar«.