El Real Madrid logró su octava victoria consecutiva de lo que está siendo una temporada perfecta hasta la fecha. Eso sí, no jugó tan bien como otros días y pudo ir por detrás en el marcador, pero resistió gracias a un gran Thibaut Courtois y acabó derrotando por 2-0 al RB Leipzig en la segunda jornada de la fase de grupos de la Champions League.
Un Madrid sin ideas
Los blancos, como algunos cambios para dar descanso a jugadores importantes como Toni Kroos, fueron capaces de imponerse a su rival por su saber estar, por aguantar las acometidas de un equipo que tenía muy claro lo que quería: presionar arriba y atacar sin tapujos.
El siempre peligroso Nkunku estuvo a punto de adelantar a los germanos hasta en dos ocasiones, pero el marcador no se movió y con el 0-0 se llegó al descanso. Tras la reanudación el guion no parecía cambiar y Carlo Ancelotti se vio obligado a introducir cambios. Sorprendió que apostara por Marcos Asensio, que acabó muy enfadado en el último partido de liga ante el Mallorca por calentar y no disputar ni un solo minuto.
Valverde al rescate
El balear no estuvo especialmente fino, lo mismo que se puede decir del bueno de Vinícius. Sin embargo, apareció el incombustible Fede Valverde en un contraataque que definió a las mil maravillas, recortando con su pierna derecha y poniéndola al palo largo con la izquierda. El uruguayo, que abrió la lata en el minuto 80, se volvió loco con la celebración. Casi como todo un Santiago Bernabéu que no tenía nada claro que el Madrid pudiera ganar el partido.
El alivio de Asensio
El tanto definitivo fue obra de Asensio, que aprovechó una falta lateral puesta en juego por Kroos para mandar un zurdazo muy cerca de la escuadra izquierda de la portería defendida por Gulácsi, que voló sin poder evitar el gol de un futbolista que se reconcilió con la grada, con Ancelotti y consigo mismo.