Tras el 0-0 de la ida, cualquier cosa podía pasar en el Vicente Calderón. Lo sabía Eduardo Berizzo, que viajó con todos sus hombres a excepción de Nolito con ganas de dar la campanada. Al Atlético de Madrid cuesta mucho hacerle goles, pero el Celta juega tan bien que es uno de esos equipos que le pueden buscar las cosquillas a cualquiera si tiene un día inspirado.
Pablo Hernández fue el héroe del Celta
El marcador final (2-3) reflejó la inestabilidad de ambos equipos sobre el césped. Ninguno de los dos se hizo fuerte en defensa, pero fueron los celestes los que tuvieron más puntería de cara a puerta. Sobre todo porque en sus filas tienen a Pablo Hernández, que marcó dos goles muy importantes para los suyos.
El futbolista argentino nacionalizado chileno abrió la lata en el minuto 22 a la salida de un córner que remató de cabeza con maestría, elevándose por encima de todos sus rivales para superar a un Miguel Ángel Moyá que decidió quedarse bajo palos.
Griezmann vio puerta
La reacción de los rojiblancos llegó siete minutos después por mediación de Antoine Griezmann. El francés remató a gol un rechace de Rubén Blanco, al que la titularidad le duró 45 minutos por culpa de un encontronazo con Luciano Vietto que le fisuró una costilla. El joven portero del Celta despejó un disparo de Yannick Ferreira Carrasco desde la frontal, pero el balón quedó suelto y terminó alojado en las redes de la portería.
Zarpazo de Guidetti
Tras el descanso llegó el desmelenamiento de los visitantes, que acabaron con los planes de remontada del Cholo Simeone. John Guidetti robó el balón cerca del centro del campo y se dio media vuelta para encarar. Avanzó pocos pasos y soltó un derechazo que se coló muy cerca de la escuadra. Imposible para Moyá.
Eso pasó en el minuto 56, y en el 63 llegó la estocada final. Pablo Hernández remató a placer un gran centro de Hugo Mallo, que había apurado la línea de fondo para ponerla con música. El centrocampista del Celta se vio sin oposición y giró el cuello lo justo para completar una gran noche.
Delicatessen de Ángel Correa
El Atlético no tiró la toalla hasta el final. Simeone tenía casi toda la artillería sobre el césped (Jackson Martínez no jugó ni un minuto) y las ocasiones iban llegando. La más clara de todas se la inventó Ángel Correa, que marcó uno de esos golazos que ponen de pie a la grada. Se fue de su marcador con un fantástico control orientado de espaldas a la portería y dejó a otro rival por el camino con un regate en una baldosa. Acto seguido, con poco tiempo para colocar bien el cuerpo, decidió recurrir a un punterazo que superó a Sergio Álvarez.
El gol del argentino esperanzó a los locales, pero solo quedaban 9 minutos para el final y los dos goles que necesitaban no llegaron. El Celta estará en las semifinales, que por cierto arrancarán la semana que viene.