El Atlético de Madrid no fue capaz de superar a un Benfica que no quiere que le pase lo mismo que la temporada pasada, cuando se quedó fuera de los octavos de final en un grupo muy igualado. Esta vez han puesto la directa y ya suman dos triunfos en dos jornadas, ya que 15 días atrás superaron al Astaná y anoche asaltaron el Vicente Calderón.
Los portugueses levantaron el gol de Correa
Pocos creíamos que el equipo del Cholo Simeone iba a caer cuando Correa hizo el 1-0 en el minuto 23. Una gran asistencia de Antoine Griezmann le habilitó para rematar solo y no falló ante Julio César. Quien sí falló un minuto después fue Jackson Martínez, que no aprovechó su titularidad. Remató en plancha un buen centro desde la banda derecha, pero el esférico se estrelló contra el poste izquierdo.
Las cosas cambiaron cuando Gaitán, que estuvo en la órbita del Atlético el pasado verano, igualó la contienda en el minuto 37. El futbolista argentino remató solo en el segundo palo para batir a Jan Oblak. Una maraña de piernas rojiblancas no le impidió ver puerta y con el empate se llegó al descanso.
Tras la reanudación llegó el 1-2 definitivo. Fue obra de Gonçalo Guedes, que recogió un centro que se paseó por el área para rematar como pudo con un disparo cruzado. Oblak, que salió a por él a la desesperada, no reaccionó a tiempo para despejar el balón con la manopla derecha.
Quedaban 39 minutos y el Vicente Calderón estaba dispuesto a llevar a los suyos en volandas para lograr el empate, pero éste no llegó porque el Benfica jugó con las líneas muy juntas. La falta de ideas fue un problema evidente y Fernando Torres y Luciano Vietto no fueron capaces de cambiar el signo del partido cuando saltaron al césped. Además, Griezmann no tuvo su mejor noche y eso se notó.
Empate histórico del Astaná
La noticia positiva para el Atlético fue el empate a 2 del modesto Astaná ante el Galatasaray. Los turcos llegaron a mandar en dos ocasiones, pero los kazajos no le perdieron la cara al partido y sacaron un punto que les sabe a gloria. Lo más curioso de todo es que los tres últimos goles del partido fueron en propia puerta. Un festival de despropósitos que deja a los turcos en una situación muy delicada.