Pep Guardiola es un tipo sentimental y eso se notó en la final de la DFB Pokal, la Copa de Alemania para entendernos. El de Santpedor no pudo evitar las lágrimas cuando el Bayern de Múnich conquistó el título tras un partido muy igualado que se decidió en la tanda de penaltis, ya que ninguno de los dos equipos fue capaz de abrir la lata.
No es el título más importante que conquista desde que es entrenador, desde luego, pero es el que le sirve para despedirse del club con nota, ya que en tres temporadas ha sumado 7 trofeos a las vitrinas del museo del Allianz Arena. ¿Es poco? No. ¿Se le exigía una Champions League? Sí. A partir de ahí que cada uno decida si su paso por Alemania ha sido exitoso o no.
Ocasiones desperdiciadas
El marcador no se movió, pero fue una final entretenida. Tanto el Bayern como el Borussia Dortmund tuvieron ocasiones de gol lo suficientemente claras como para adelantarse, pero Manuel Neuer y Roman Bürki estuvieron especialmente finos. No se puede decir lo mismo de los máximos goleadores de la Bundesliga, ya que Pierre Emerick Aubameyang y Robert Lewandowski no fueron capaces de ver puerta.
Así las cosas, el partido se fue a la prórroga y los jugadores de ambos equipos terminaron fundidos. De hecho, Franck Ribéry se retiró del césped antes de tiempo porque apenas podía andar.
El Bayern fue mejor desde los 11 metros
En la tanda de penaltis se decidió todo. El Bayern solo falló uno, el que lanzó el joven Joshua Kimmich. El Dortmund, por su parte, falló dos lanzamientos. Sven Bender se topó con Neuer y Sokratis Papastathopoulos la envió directamente fuera. Eso dejó a Douglas Costa con la responsabilidad de marcar el quinto y último penalti, el decisivo. El brasileño no falló y los jugadores del Bayern se fueron a por él con la satisfacción de haber logrado el doblete.