El hambre del Barça es infinito. Le da importancia a todas las competiciones y es por ello que cada año da la sensación de que pelea por el triplete de verdad, no como el Real Madrid. Anoche lo volvieron a demostrar ganando en Mestalla, dejándose de planteamientos conservadores pese al 1-0 obtenido en la ida.
Los de Ernesto Valverde disputarán la gran final de la Copa del Rey ante el Sevilla. ¿Dónde? Se habla del Wanda Metropolitano, pero eso es algo que todavía está por decidir. Lo que el técnico extremeño ha dicho es que no le gustaría volver a jugar una final en campo rival, ya que lo vivió en sus propias carnes cuando dirigía al Athletic y no le fue nada bien en el Camp Nou.
La pegada de unos y otros marcó la diferencia
La primera parte acabó sin goles, y eso que el Valencia lo intentó con ganas. La más clara fue de Rodrigo, que envió el balón al larguero y puso a Mestalla en pie. Kondogbia también tuvo una clara gracias a un error en el despeje de André Gomes, que incomprensiblemente sigue siendo un hombre de confianza para Valverde.
El partido se resolvió en el segundo acto, cuando Philippe Coutinho sustituyó al centrocampista portugués para darle otro aire a su equipo. Suyo fue el 0-1 en el minuto 49, en un contraataque comandado por Luis Suárez que acabó con el ex del Liverpool rematando un centro suyo en una posición muy forzada. Jaume Domènech no esperaba semejante remate y al Valencia se le puso la eliminatoria muy cuesta arriba, ya que necesitaba tres goles para clasificarse.
La estocada final nació en otro contraataque muy bien llevado por Suárez, que fue un dolor de cabeza para los defensas valencianistas. El uruguayo vio como Ivan Rakitic subía libre de marca y se la puso en bandeja para que solo tuviera que controlar antes de disparar con todo a favor para finiquitar la semifinal de Copa.