En unos octavos de final de la Champions League ningún partido es fácil, ninguna eliminatoria se gana con la gorra. Eso mismo es lo que ha podido comprobar esta noche el FC Barcelona, que sufrió más de lo esperado para doblegar a un Arsenal que llegó a soñar con la clasificación a falta de menos de media hora para la conclusión del partido. Sin embargo, el marcador final fue de 3-1 y los catalanes estarán en el bombo de los cuartos de final (en la ida perdieron por 2-1).
Con mucha calma se tomaron los primeros minutos los hombres de Pep Guardiola, al contrario que en el Emirates Stadium. Fueron tocando y tocando, esperando el mejor momento para buscar la jugada de gol. El Arsenal, por su parte, renunció por completo al balón y trató de cerrar todos los espacios dibujando una línea perfecta de 5 jugadores en la zaga.
A pesar del buen hacer de los defensas londinenses, el Barça siempre llegaba con peligro. Tanto que finalmente Leo Messi encontró el camino del gol en el tiempo de descuento. El argentino se quedó solo ante Manuel Almunia, picó el balón por encima y definió sin esperar a que botara en el suelo. Una vez más demostró tener esa clase que sólo los mejores de la historia tienen.
Tras la reanudación, el Arsenal se animó un poco más y tuvo alguna que otra llegada de peligro. En el minuto 53 lograron empatar el partido y ponerse por delante en la eliminatoria. Samir Nasri lanzó un saque de esquina muy envenenado y Sergio Busquets remató sin querer hacia su propia portería. Era un duro mazazo que no reflejaba lo que se estaba viendo sobre el terreno de juego.
Los nervios afloraron en el Camp Nou, aunque la absurda expulsión de Robin van Persie allanó el camino de los españoles. Quedaba media hora por delante y estaba claro que iba a ser un goteo incesante de ocasiones a favor de los azulgrana.
En tres minutos el Barça le dio la vuelta a la eliminatoria. Andrés Iniesta trenzó una jugada espectacular con David Villa, quien dejó el balón en bandeja a Xavi Hernández para que con algo de fortuna batiera a Almunia. Todo el estadio respiraba aliviado.
Sólo tres minutos más tarde Pedro fue derribado dentro del área. El suizo Massimo Busacca lo vio muy claro y señaló la pena máxima. Messi fue el encargado de ejecutarla y no falló. Almunia se quedó enmóvil en el centro, viendo como el balón besaba la red. El Barça ya estaba en cuartos de final y sólo un gol de última hora podía empañar la remontada. Nicklas Bendtner la tuvo a falta de 5 minutos, pero demostró su torpeza con los pies controlando muy mal un gran balón que le había puesto Jack Wilshere, un futbolista inglés de 19 años que es una maravilla.