Sin hacer su mejor partido pero teniendo en sus filas al rey del fútbol, el Barça puede decir que acaricia la final de la Champions League que se jugará en el Wanda Metropolitano. Los de Ernesto Valverde hicieron los deberes tal y como habían planeado, y eso que el once inicial nos dejó una sorpresa como la de Arturo Vidal, que no estaba en las quinielas para ser titular.
Un buen Liverpool no fue suficiente
El Liverpool perdió por 3-0, pero se fue con la sensación de que mereció mejor resultado. Pocos son los que piensan que tienen opciones de cara al partido de vuelta, entre otras cosas porque el mejor jugador de la historia viste de azulgrana, no de rojo.
El primer tanto de la noche llegó en el minuto 26, que es cuando Jordi Alba se sacó de la manga una asistencia formidable para habilitar a Luis Suárez, que en carrera y algo forzado puso la bota derecha para desviar la trayectoria del esférico, algo que despistó a un Alisson Becker que no pudo rectificar a tiempo.
La segunda parte empezó con el Liverpool volcado, creando buenas ocasiones de gol y poniendo a prueba a un Marc-André ter Stegen que probablemente sea el mejor portero del mundo en estos momentos. Si después de lo que hizo ayer sigue siendo suplente para Joaquim Löw, el veterano técnico alemán recibirá bastantes críticas al respecto.
Siempre Messi
El partido, y probablemente la eliminatoria, quedó finiquitado cuando Messi dijo basta. El capitán del Barça, más capitán que nunca por la exhibición de liderazgo que ofreció tanto dentro como fuera del campo (defendió a su compañero Coutinho, que fue abucheado por algunos aficionados), hizo el 2-0 con algo de fortuna y nos deleitó con el 3-0 en una de sus especialidades. Lanzó una falta desde muy lejos poniéndola en la escuadra, con una rosca que evitó la gran estirada de Becker, que al igual que Klopp solo puede rendirse al talento del genio argentino, del que quiere la Champions League a toda costa.