El Atlético de Madrid estará en el sorteo de cuartos de final que tendrá lugar el próximo viernes. Los madrileños sufrieron una barbaridad para tumbar a un PSV que parecía ser una de las Cenicientas del sorteo de octavos de final. Los holandeses, lejos de arrugarse en el Vicente Calderón, se hicieron fuertes atrás y aguantaron el 0-0 inicial para forzar la prórroga y los penaltis. Además, también tuvieron una ocasión muy clara que fue desviada por Jan Oblak y por el poste.
Eliminatoria sin goles
A los rojiblancos les faltó una vez más pegada. No crearon demasiadas ocasiones de gol claras y lo pagaron ante un rival muy ordenado. La más buena la tuvo Antoine Griezmann, pero no fue capaz de superar a un Jeroen Zoet que se hizo grande bajo palos.
A pesar de los pesares, nunca perdieron la fe y buscaron el gol por activa y por pasiva. Lo merecieron más que los visitantes, pero al final el marcador no se movió y el partido se fue a la prórroga, donde tampoco hubo ocasiones clamorosas.
Tanda de penaltis no apta para cardiacos
Así las cosas, la eliminatoria se iba a resolver en la tanda de penaltis, una lotería en la que no siempre gana el mejor. Empezaron lanzando los holandeses y no fallaron ni un solo lanzamiento hasta que le tocó a Luciano Narsingh, que envió el octavo disparo de los suyos al larguero.
Simeone lo celebraba con la grada y Juanfran se preparaba para lanzar el penalti más importante de su vida. Cogió carrerilla, levantó la cabeza para ver dónde estaba Zoet, y disparó bastante bien para enviar el balón al fondo de las mallas y llevar la alegría al Calderón. Se quitó la camiseta para celebrarlo y sus compañeros se lo querían comer. Las Champions también se ganan aprendiendo a sufrir, y el Atlético ha demostrado ser un equipo al que no le tiemblan las piernas en los momentos difíciles.