Tras la última derrota del Barça ante el Cádiz en la Tacita de Plata, los comentarios negativos contra jugadores del conjunto azulgrana no se han hecho esperar. Ha pillado hasta Ronald Koeman, quien hoy en rueda de prensa ha reconocido estar «cabreado».
Gran parte de los focos apuntan a Leo Messi, quien quiso marcharse en verano y no le quedó más remedio que quedarse para cumplir con su último año de contrato.
El Messi más apagado que se recuerda
El futbolista argentino no está tirando del carro como en otras ocasiones, o por lo menos lo está haciendo con más intermitencia de lo que suele ser habitual. Por eso las voces críticas le señalan como el gran culpable del mal momento que atraviesa el equipo, si bien es cierto que los errores defensivos y las lesiones tampoco acompañan.
En Cádiz se vio una muy mala versión de Leo. Perdió demasiados balones y no estuvo nada fino. Todavía se le espera porque quedan muchos partidos, pero hay quienes empiezan a temerse lo peor.
Lo peor es que le falta motivación, que se ha tenido que quedar a regañadientes y que no solo está triste porque no le dejaron hacer las maletas, sino también por la forma en la que despidieron a su gran amigo Luis Suárez.
¿Veremos algún cambio próximamente?
Cada semana tiene una nueva oportunidad. Puede reengancharse a un proyecto que está a la deriva, con unas elecciones a la presidencia a la vista y con varios jugadores que parecen estar pensando en otro club, como por ejemplo Ousmane Dembélé. El papel que tiene Koeman no es fácil, y da la sensación de que su mano de hierro, la que parece haber instaurado en el vestuario para demostrar que todos son iguales, no bastará para reconducir a un grupo de jugadores que tienen LaLiga muy complicada y que no parecen estar preparados para dar la campanada en la Champions.