La relación entre humanidad y máquina ha estado presente desde tiempos inmemoriales. Desde los primeros neandertales y bípedos primitivos que adoptaron el uso de huesos como armas, o piedras como vasijas improvisadas para recolectar alimentos, la tecnología ha ido evolucionando a la par de nosotros.
Con el avance de los años los dispositivos tecnológicos fueron aumentando en complejidad a la par que, nosotros como humanidad, fuimos encontrando poco a poco nuevas necesidades, así como la adaptación a diferentes usos de los mismos dispositivos.
La evolución de dispositivos tecnológicos ha facilitado la satisfacción de ciertas necesidades elementales, pero principalmente ha contribuido a la facilitación de nuestras vidas diarias.
La tecnología es un trampolín en el que nosotros como especie humana nos apoyamos para llegar más alto. Sin embargo, tal y como sucede al brincar en el trampolín, si damos un paso falso, nos podemos hundir más y perder el equilibrio. Podemos caer en un punto que no estábamos contemplando originalmente. Si no medimos apropiadamente nuestro peso al momento de saltar, podríamos incluso lastimarnos. A su vez, si no entráramos en esta volátil dinámica de prueba y error, si no nos aventuráramos a emprender el viaje en este proceso, no podríamos gozar de los beneficios que se desprenden de la implementación de dichos procesos.
A estas alturas del partido en el juego de la humanidad, la tecnología está más inmersa que nunca en nuestra vida diaria. En lo sencillo y en lo complejo. En lo sustancial y lo banal. Los estudios académicos que investigan la relación humanidad – máquina, máquina – humanidad y el impacto que tanto la humanidad como la máquina tienen entre sí mismos de manera simultánea, han incrementado de manera importante en las diferentes universidades del mundo, principalmente en países de desarrollados.
Tal como nosotros mismos podemos constatar con tan sólo voltear a ver la palma de nuestras manos, la unión entre humanidad y máquina se vuelve poco a poco cada vez más estrecha.
Incluso el exitoso e irreverente fundador de Space X y cofundador de Neuralink, Elon Musk, ha comentado abiertamente que el objetivo de esta última empresa, además de encontrar nuevas formas de curar enfermedades neurológicas, es alcanzar la «simbiosis entre la Inteligencia Articial (IA) y los humanos», entrando así al campo del transhumanismo.
Incursión en el deporte
Probablemente el campo deportivo es uno de los terrenos en los que la inteligencia artificial ha tenido una incursión más sigilosa. Sin embargo, tampoco es novedad que ésta se vuelve parte más importante y determinante a la hora de tomar decisiones en los partidos de fútbol, por ejemplo.
En fútbol, la Inteligencia Artificial se usa para situarse un paso adelante de manera táctica frente a los rivales. La predicción de diferentes circunstancias puede hacer la diferencia hoy en día. Así pues, la Inteligencia Artificial representa un terreno no tan nuevo, pero sí explorado por pocos.
Naturalmente la inteligencia artificial dentro del mundo del fútbol , desde su aplicación en el ya mencionado proceder táctico, hasta fuera de la cancha, como en el mundo de las apuestas, por ejemplo, tiene un impacto relevante en la actualidad. La transición es tan sutil que nos resulta más natural asimilarla que cuestionarla.
Muchos seguidores no sólo de fútbol, pero de diversos deportes, son asiduos a las apuestas en línea, porque implica ventajas no previstas anteriormente. Esta actividad es común, las apuestas de fútbol en William Hill son un ejemplo de la frecuencia con la que las personas utilizan los sitios web para apostar en línea.
La inteligencia artificial es una herramienta que los usuarios pueden considerar o no al momento de apostar. Sin embargo, el mundo de las probabilidades se basa en precisión, que muchas veces los humanos no alcanzamos a conservar. No obstante, una cosa es cierta, la posibilidad está ahí presente y quien logre dominarla primero tendrá a su alcance mayores posibilidades de pisar nuevos terrenos de bonanza, o por el contrario, aprender del lado oscuro de la tecnología.
Bien sabemos que la paradoja de la tecnología no es un tema fácil de sortear, pero si se consigue hacer, puede resultar de magnitudes maravillosas.