Estaban en muy pocas quinielas y desde anoche se ven jugando la final del Mundial de Rusia ante Francia, que sin duda alguna parte como favorita por plantilla, pero que no debería caer en el error de confiarse. Lo hicieron hace dos años ante Portugal, que en mi opinión tenía menos nivel que esta Croacia, y acabaron palmando en casa.
Los croatas derrotaron a Inglaterra por 2-1 en la prórroga, y eso que los de Gareth Southgate se adelantaron en el minuto 5 de partido gracias a un gran gol de falta de Kieran Trippier, a quien este Mundial le ha revalorizado una barbaridad.
Empate ilegal
La reacción de los balcánicos se hizo de rogar porque el gol del empate no subió al marcador hasta el minuto 68. Sime Vrsaljko la puso al corazón del área y por ahí apareció Ivan Perisic, que se anticipó a Kyle Walker para rematar de manera ilegal, levantando la pierna más de lo permitido y encima con los tacos por delante. Increíble que Cünet Çakir no anulara el tanto.
Croacia tuvo más fe y más pulmones
Se llegó la prórroga y ahí dio la sensación de que Croacia estaba más fresca. Los jugadores de Zlatko Dalic no paraban de correr y en una de sus intentonas llegó el 2-1 definitivo en el minuto 108.
Fue en un balón despejado por Walker que Perisic peleó de cabeza con más fe que Trippier, que tal vez se veía perdedor de un hipotético salto al que nunca acudió. John Stones, especialista en empanarse, no estuvo lo suficientemente activo como para darse cuenta de que el toque de Perisic podía habilitar a un Mario Mandzukic que pasó de lamentarse mirando al césped a pescar un balón que le ha permitido pasar a la historia del fútbol de su país. No falló ante Jordan Pickford con un zurdazo demoledor que les mete en la final del Mundial de Rusia, donde les espera Francia desde ayer.