Cuando vas a un campo de fútbol todo es alegría, sobre todo si tienes la suerte de ver un partido de máximo nivel. Por eso la gente paga auténticas burradas para ir a ver al Real Madrid en el Santiago Bernabéu o al Barça en el Camp Nou. Creen que el esfuerzo merece la pena y por eso no les importa desembolsar más de 100 euros por entrada.
Ver a los mejores futbolistas del mundo motiva, pero hay que reconocer que según qué aficionados te pueden amargar la noche. ¿Por qué? Existen varios motivos que he tratado de recoger en este artículo que tú mismo puedes completar con tus comentarios.
Cigarrillos y puros
En el Camp Nou no se puede fumar, pero en la mayoría de estadios del mundo sí que está permitido. Y menuda desgracia para los que no somos fumadores. Te toca al lado o detrás de alguien que no para de fumar y estás listo. Sobre todo si es uno de esos puros que se huelen a kilómetros de distancia y no se acaban ni en un partido con prórroga y tanda de penaltis.
Me parece bien que alguien se fume dos o tres paquetes de cigarrillos al día. Cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana con su vida. Sin embargo, fumar a sabiendas de que estás molestando a los demás no me parece tan bien. Es cuestión de respeto y educación, dos palabras que deberían tener más importancia.
Críticas constantes
Al fútbol uno va a pasárselo bien, pero no todo el mundo disfruta de la misma forma. Siempre están los típicos aficionados que critican a los jugadores y al entrenador desde el minuto 1 hasta el 90. Son los que nunca están satisfechos, los que encuentran un «pero» hasta en las goleadas. Puede que no lo hagan con maldad, pero se hacen bastante pesados, sobre todo cuando se dirigen a ti en busca de algún gesto de aprobación.
Insultos
En el apartado anterior están los que critican con educación y los que critican con insultos. Los primeros me pueden caer más o menos, pero a los segundos no los trago. Por culpa de ellos más de uno se plantea si merece la pena llevar a los niños al fútbol. El deporte es sano y la gente que va a ver un evento deportivo debería empaparse de ese ambiente de celebración. Unas veces se gana y otras se pierde, pero lo que no se puede consentir es que desde la grada se insulte a diestro y siniestro. Todos salimos perdiendo.
Banderas y bufandas
En este saco podemos meter a los típicos seguidores que no dejan de levantar bufandas y banderas pudiendo llegar a tapar la visión de decenas de espectadores. Son los que no piensan en los demás, los que apenas disfrutan del partido. Solo están pendientes de mover la banderita de turno, y eso suele cabrear mucho. Más de uno se ha perdido un gol por culpa de estos fanáticos del merchandising.
Exquisiteces
Ni tanto ni tan poco. Molestan los que insultan y los que no dejan de criticar, pero también me mosquea toparme con el típico aficionado que se piensa que está en la ópera. El fútbol es para comentarlo con los amigos, para gritar gol y para pedir una tarjeta amarilla. Es normal cantar, dar palmas y levantarse para ver mejor una ocasión de gol. Son cosas que han pasado toda la vida y que seguirán pasando.
Falta de civismo
Los casos más extremos son los de falta de civismo. Aquí entran los insultos racistas, el lanzamiento de objetos al campo, las peleas con otros aficionados… Son los energúmenos que hacen que nuestra liga no sea tan ejemplar como la Premier League, donde la gente tiene muy claro cómo hay que comportarse.
Pedos, eructos y otras maravillas
Puede sonar a cachondeo, pero es un tema muy serio. El típico aficionado que se ha comido un plato de lentejas puede acabar contigo en menos de 90 minutos. Lo mismo pasa con el que se ha comido un bocadillo de chorizo al descanso. Son cosas desagradables con las que hay que convivir, pero desde Liga Fútbol os pedimos contención. Determinados aromas te pueden dejar KO. Gracias.