A nadie le gusta ser suplente. Todos los futbolistas quieren jugar todos los partidos empezando en el once de gala. Eso lo he vivido en primera persona y es una verdad como un templo. No he conocido a nadie que estuviera contento por ser suplente. Otra cosa es la forma de llevar la suplencia, ya que unos la encajan mejor que otros.
No hay una fórmula mágica para dejar de estar enfadado con el mundo, pero sí existen una serie de recomendaciones que conviene poner en práctica para no agobiarse más de la cuenta.
Intenta ganarte el puesto en los entrenamientos
No te queda otra. Si hay otros mejor que tú tendrás que trabajar más y mejor que ellos para demostrarle al entrenador que estás muy enchufado. Solo así podrá darse cuenta de que tiene a un jugador que le está pidiendo a gritos ser titular.
Es verdad que puedes perder el ritmo de partido por el hecho de ser suplente, pero trabajando duro día a día te mantendrás a un nivel aceptable.
Aprovecha los minutos
Por desgracia, los jugadores que son suplentes deben demostrar más que los que son titulares. No suelen tener muchos minutos, pero deben aprovecharlos al máximo. Un buen ejemplo de ello es Raúl García, el centrocampista del Atlético de Madrid. Siempre que no hay bajas es suplente, pero cuando sale marca y juega bien. El «Cholo» Simeone ya le tiene en la recámara como jugador número 12 y no me extrañaría que algún día se convirtiera en titular indiscutible.
Aprovechar los minutos no significa hacer cosas raras. No hay que abusar del balón, desesperarse por marcar un gol o jugar con una intensidad desmedida. Hay que jugar concentrado, con ganas y con la voluntad de hacerlo lo mejor posible. Así es como las cosas terminan saliendo bien.
Habla con el entrenador
Si el entrenador no habla con los jugadores que menos minutos tienen, que creo que es lo que debería ser, tú también puedes hablar con él y expresarle cómo te sientes. Con eso no le vas a convencer para que te incluya en el once inicial del fin de semana siguiente, pero por lo menos sabrá cuál es tu estado anímico.
Demuéstrale que eres comprensivo y que tienes muchas ganas de jugar. No te impacientes y confía en tener tu oportunidad para saber aprovecharla.
Ante todo sé compañero
Cuando uno es titular todo es muy bonito. Llegas al vestuario con una sonrisa de oreja a oreja y bromeas con sus compañeros. Pero… ¿qué pasa si de la noche a la mañana se pierde la titularidad? Puede que dejes de estar tan risueño e ir a entrenar ya no es tan agradable. Eso puede pasar, pero hay que hacer todo lo posible para continuar en la misma línea, siendo uno más y animando a los compañeros para que saquen adelante los partidos. Una nueva oportunidad siempre llega y no hay que quemarse antes de tiempo.