Iker Casillas se nos ha venido arriba. Debe ser que la buena racha que atraviesa el Real Madrid es contagiosa. Muy lejos queda su error en la final de la Champions League o su nefasta actuación en el Mundial de Brasil. De hecho, el gran capitán ni siquiera se acuerda de los silbidos de los aficionados que acuden al Santiago Bernabéu, quienes últimamente están más por la labor de aplaudir y le han concedido una tregua hasta nueva crisis.
La edad pesa
Dicen que un portero puede retirarse más tarde que un jugador de campo, entendiéndose por jugador de campo el que no puede tocar el balón con la mano. Es una afirmación tan cierta como que el sol sale cada día, pero todos los futbolistas tienen una fecha de caducidad, incluidos los que se pueden fumar un paquete de tabaco cada día porque viven entre palos y raramente se ven obligados a correr.
A pesar de los pesares, considero que ni la agilidad ni los reflejos son los mismos. La experiencia es un grado, pero cuando un portero envejece empieza a perder cualidades que son esenciales para hacer bien su trabajo. Y Casillas, digan lo que digan sus defensores a ultranza, no está tan fino como años atrás.
¿40 qué?
Por eso me asusta escuchar que se plantea su retirada del fútbol profesional a los 40 años. Ahora tiene 33, y en su día dejó caer que le gustaría retirarse con 37, que ya me parece demasiado para seguir en el club. ¿Te imaginas cómo puede estar dentro de siete años? No creo que el Madrid sea capaz de prolongar su actual racha de victorias durante tanto tiempo, así que cuando vuelvan las vacas flacas los aficionados se llevarán los dedos a la boca una vez más. Y ese día se volverá a hablar de Keylor Navas, de David de Gea, de Thibaut Courtois…