Ayer, en Düsseldorf, se vivió una reedición de la final del pasado Mundial de Brasil. Argentina y Alemania se volvieron a enfrentar, y esta vez el resultado fue favorable a los sudamericanos. ¿Por qué? Pues tal vez porque jugaba Ángel Di María, que en el partido más importante del año se ausentó por lesión.
El nuevo jugador del Manchester United fue decisivo para la albiceleste. Ante las bajas de Gonzalo Higuaín y Leo Messi, decidió tirar del carro y lo bordó. Marcó un golazo y repartió tres asistencias para que los suyos consumaran una venganza menor. El marcador final fue de 2-4.
El campeón del mundo se despertó demasiado tarde
Joachim Löw introdujo algunos cambios en la selección germana. Philipp Lahm, Miroslav Klose y Per Mertesacker no volverán a vestir la camiseta del actual campeón del mundo, así que están en plena transición para cubrir el hueco que han dejado esos tres grandes jugadores.
No es una excusa, porque la nueva Argentina del Tata Martino les pasó la mano por la cara. En el minuto 50 ya mandaban por 0-4. Agüero, Lamela y Fede se habían aprovechado de la generosidad y el talento de Di María, que también dejó su sello de calidad en el cuarto batiendo a Weidenfeller con una sutil vaselina.
Los alemanes tiraron de orgullo y maquillaron el marcador. Primero fue André Schürrle con un buen tanto en el minuto 52, y en el 78 llegó el gol de Mario Götze (sí, otra vez él) con la inestimable ayuda de Fede.