Por si el Real Madrid no tuviera pocos problemas desde que se fue Cristiano Ronaldo, lo de Gareth Bale se está convirtiendo en un culebrón peor que el que se vivió aquel verano en el que Florentino Pérez tuvo que negociar con el Tottenham para llevárselo por más de 100 millones de euros. El galés no enamora y su periplo por la capital de España no será recordado como el de otros futbolistas extranjeros que dejaron huella. Es cierto que ha logrado goles importantes que ha dado títulos, pero no menos cierto es que se ha perdido muchísimos partidos por lesión y su actitud nunca ha sido la mejor.
Zidane se desenamoró
Zinedine Zidane no tardó en cansarse de Bale, y eso que fue el que más insistió en su fichaje cuando ni siquiera era entrenador del primer equipo. Dijo que era el único que podía estar a la altura de Messi y Cristiano, pero evidentemente nunca ha llegado a comer en una mesa que solo está reservada para los dos, ya que Antoine Griezmann está a años luz y Neymar no ha llegado por su falta de profesionalidad y por la mala decisión que tomó cuando dejó el Barça.
China es el destino
Parece que Bale acabará jugando en China, pero no tiene prisa. Su contrato no expira hasta el 30 de junio de 2022 y quiere estirar el chicle. No es lo mismo vivir en Madrid que en Shanghái, así que lo de China puede esperar siempre y cuando le garanticen que podrá jugar al golf. Allí puede aterrizar con 32 o 33 años perfectamente, aunque no le pagarán lo mismo que si hace las maletas este invierno. Sea como sea, se convertirá en la estrella del fútbol chino y ganará más dinero que en España, ya que su contrato será suculento y no le faltarán patrocinadores de primera fila.
Dicho esto, veremos a qué espera Bale para irse. Zidane no le quiso y no le quiere, a pesar de que amagó con recurrir a él como titular indiscutible cuando Marco Asensio se rompió los ligamentos de la rodilla.