Jesé no decidió dejar el Real Madrid para seguir en la misma situación. El futbolista canario, sabedor del potencial que tiene, busca esos minutos que le negaron Carlo Ancelotti, Rafa Benítez y Zinedine Zidane. Aceptó la oferta del PSG porque es un club grande y con aspiraciones, pero no está dispuesto a ver los partidos desde el banquillo. De hecho, ni siquiera le sienta bien ser el primer cambio, algo que sucedió el pasado viernes ante el Saint-Étienne en el Parque de los Príncipes.
Enfado monumental
El equipo entrenado por Unai Emery se puso por delante justo después de que fuera sustituido por Ángel Di María. El cabreo que cogió al enterarse de que debía abandonar el terreno de juego no fue pequeño. Se marchó con cara de pocos amigos, saludó a Di María con desgana y habló con uno de los ayudantes de Emery para pedirle explicaciones. Después, como se veía venir, golpeó el banquillo varias veces mientras soltaba groserías por la boca.
Los minutos no tienen dueño
Jesé es consciente de que con Emery nadie tiene el puesto asegurado. Por eso jamás le dijo que lo iba a jugar todo si dejaba el Madrid y se venía al PSG. Sin ir más lejos, el bueno de Gregorz Krychowiak, un hombre que cambió el Sevilla por el club francés a petición del técnico vasco, de momento ha sido suplente en tres partidos y solo ha disputado 44 minutos en lo que va de Ligue 1. Mejor suerte ha corrido Jesé, titular en un encuentro y suplente en otro para acumular 83 minutos que le saben a poco.
Es evidente que tendrá que armarse de paciencia y ser lo más profesional posible. Rabietas como la del último partido no le van a ayudar en absoluto. Necesita centrarse y dar lo mejor de sí mismo para hacerse un hueco en una plantilla que está repleta de futbolistas de mucho nivel. Puede que en el Madrid lo tuviera muy difícil, pero es que en el PSG tampoco va a ser titular de la noche a la mañana sin demostrar su valía.