Increíble pero cierto. En el enésimo ejercicio de improvisación de Joan Laporta, el máximo mandatario culé y Xavi Hernández han ofrecido una rueda de prensa en la que han sellado la continuidad del técnico catalán de cara a la temporada 2024/2025.
A pesar de que el de Terrassa dijo en enero que no seguiría al frente del equipo la temporada que viene, ha reculado reconociendo que «rectificar es de sabios» y tratando de convencer al socio con sus palabras, que rebosan ilusión, confianza y compromiso.
Una confianza que se aguanta con pinzas
Xavi también ha dicho que cuenta con la confianza de todos los miembros de la junta directiva y de la dirección deportiva, algo que sin lugar a dudas está en entredicho. Sea como sea, el club no tiene dinero y no está en disposición de traer a un preparador de renombre para comandar un nuevo proyecto ganador.
Antes de entrar, hay que dejar salir
No sé qué le habrá prometido Laporta a Xavi a nivel deportivo, pero lo que está claro es que el Barça deberá vender a más de una vaca sagrada para poder afrontar el futuro con garantías económicas. Todo el mundo da por hecho que Ronald Araújo será uno de los sacrificados, sobre todo tras el error que cometió ante el PSG en los cuartos de final de la Champions League, algo que además supuso un enfrentamiento con su compañero de equipo Ilkay Gündogan.
Se habla mucho de la posibilidad de traspasar a Lamine Yamal al PSG por más de 200 millones de euros, tal y como sucedió con Neymar hace un buen puñado de años. Sin embargo, en el club le consideran un futbolista que puede llegar al nivel de Leo Messi, así que están dispuestos a hacer un esfuerzo para retenerlo y hacer que se convierta en la piedra angular de un proyecto que pasa por la cantera y que debe evitar a toda costa fichajes tan inútiles y sospechosos como el de Vítor Roque, que llegó a la Ciudad Condal por una cantidad desorbitada sin ninguna necesidad y que desde entonces apenas ha tenido minutos.