Ousmane Dembélé no ha terminado de dar la talla desde que fichó por el Barça, pero es innegable que tiene cualidades más que suficientes para convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo. El tiempo dirá si mereció la pena pagar la enorme cantidad de dinero que desembolsaron para arrebatárselo al Borussia Dortmund, pero lo que parece claro es que los directivos del Barça siguen confiando en él.
Su continuidad, no obstante, está en entredicho desde que se sabe que Neymar quiere volver al Barça. Eso es algo que ya nadie niega, pero es evidente que estamos hablando de una operación muy complicada por lo económico y por la forma de salir, con demandas judiciales cruzadas para acabar de rematarlo.
Un perdón, una rebaja de sueldo y un precio razonable
Si Neymar pide perdón y acepta rebajarse considerablemente el sueldo (esto último lo veo complicado porque tanto a él como a su padre les gusta demasiado el dinero), el único problema que habría que salvar es el de abonar la cantidad que pide el PSG, que por lo que dice la prensa francesa en ningún caso se situará por debajo de los 200 kilos.
Como el Barça no quiere gastarse tanto dinero en un jugador del que no se guarda buen recuerdo por cómo salió, no se descarta que algún futbolista pueda entrar en la operación para abaratarla. Lo de Ivan Rakitic se ha comentado muchas veces y parece que el club no se cierra en banda a la hora de incluirlo, pero las cosas cambian cuando se trata de Dembélé, que siendo francés y conociendo la Ligue 1 es la pieza que más seduce a Nasser Al Khelaïfi.
Dembélé es intransferible
Por ahora su representante, Moussa Sissoko, ya sabe que no le van a poner las cosas fáciles para salir. Se remiten a su cláusula de rescisión, que es de 400 millones de euros, así que el verano se antoja largo.