Ya no volveremos a disfrutar del fútbol de Didier Drogba. Por lo menos a nivel profesional, ya que el marfileño ha anunciado su retirada después de dos décadas en las que ha ganado muchos títulos y se ha convertido en uno de los ídolos de la afición del Chelsea, que jamás olvidará el gol que les dio la única Champions League que han conquistado a lo largo de su historia.
Un ídolo en Londres
No ha debido ser fácil para él. Empezó a despuntar en el Levallois y en el Le Mans, y pudo debutar como profesional en las filas del Guingamp. Sus buenas actuaciones le llevaron al Olympique de Marsella y no tardó mucho en fichar por el Chelsea, que con Roman Abramovich al mando no tuvo problemas para desembolsar 24 millones de libras por su traspaso, una cifra que por aquel entonces era muy elevada.
Cuando dejó el Chelsea se dedicó a recorrer el mundo en busca de dinero y nuevas experiencias. Vistió la camiseta del Shanghái Shenhua, el Galatasaray y los Montreal Impact. Nunca ha dejado de marcar goles porque esa ha sido siempre su principal virtud, aunque también se le reconoce por su simpatía y por tener un gran corazón.
Mucho más que un gran jugador de fútbol
Además de ser un futbolista que ha marcado una época, Drogba se ha mantenido muy activo en su país. Busca la paz en África y sabe que tiene mucho poder de influencia, así que no descansará hasta que logre que terminen las guerras en su continente. No será fácil, pero seguro que peleará con la misma intensidad que en el campo. De hecho, en Costa de Marfil logró que los rebeldes pararan el fuego tras 5 años de guerra civil.
Si quiere seguir ligado al mundo del fútbol, puede que se convierta en entrenador. Cualidades seguro que no le faltan, ya que no solo conoce el deporte rey a la perfección, sino que sabe lo que se vive en un vestuario y tiene el carácter y el liderazgo que se necesita para dirigir a una plantilla.