El Tottenham no se ha rascado el bolsillo este verano. Eso de cambiar de estadio para pasarse a uno de más de 61.000 espectadores ha limitado el presupuesto disponible para reforzar una plantilla que solo ha perdido a un jugador realmente importante: Kyle Walker.
El británico se marchó al Manchester City dejando 51 millones de euros en las arcas, cantidad a la que hay que sumar los 19,5 millones ingresados por Kevin Wimmer (Stoke City), los 19 millones de Nabil Bentaleb (Schalke 04) y los 3,2 millones de Federico Fazio (Roma). En total 92,7 millones ingresados, mientras que el gasto ha sido de tan solo 40 millones, que es la cantidad abonada al Ajax por el Davinson Sánchez.
Fichaje indispensable para Pochettino
Sabíamos que el joven central colombiano no iba a ser el único refuerzo de los de Mauricio Pochettino. El técnico argentino se ha conformado con esa única contratación, pero ha exigido la llegada de un lateral derecho para cubrir la baja de Walker.
El elegido ha sido Serge Aurier, que estaba pendiente de que le concedieran el permiso necesario para entrar a Inglaterra. El acuerdo con los ‘Spurs’ es total y firmará por cinco temporadas tras haber superado el reconocimiento médico con éxito.
No podía seguir en París
El PSG quería traspasar al marfileño por mal comportamiento y por la actitud que mostró en determinados partidos, como por ejemplo la vuelta de aquellos escandalosos octavos de final de la Champions League ante el Barça. Además, su contrato expira el 30 de junio de 2019, así que hacen bien.
Los medios ingleses cifran el fichaje en 23 millones de libras, que son unos 25 millones de euros al tipo de cambio actual. Tal y como está el mercado me parece poco dinero si muestra su mejor nivel y se comporta, cosa que no tengo nada clara teniendo en cuenta que podría aficionarse a los pubs y a las discotecas londinenses.