El Barça está atravesando uno de los peores momentos de los últimos años. El peor de la era Luis Enrique o como mínimo equiparable al de aquella derrota en Anoeta que hizo dudar de la continuidad del técnico asturiano en su primera temporada.
Anoche, con un equipo plagado de suplentes y canteranos, fueron incapaces de tumbar al Hércules, uno de los supervivientes de Segunda División B. Los alicantinos se hicieron fuertes en el Rico Pérez y viajarán al Camp Nou para jugar la vuelta sabiendo que el 0-0 les mete en los octavos de final de la Copa del Rey.
Susto tras la reanudación
David Mainz hizo el 1-0 tras el descanso. Cazó un centro envenenado de Salinas que se paseó por el área culé hasta llegar al segundo palo, donde el ex del Huesca puso el pecho (o mejor dicho el estómago) para empujar el balón al fondo de las mallas casi sin quererlo. Jasper Cillessen se quedó clavado bajo palos y no pudo reaccionar a tiempo.
Un dieciochoañero al rescate
Carles Aleñà, titular por los méritos que está haciendo en el filial, salvó los muebles de los azulgranas con un fantástico zapatazo desde fuera del área que sorprendió a Buigues. Eso animó al Barça, que se fue a por el tanto de la victoria sin ser capaz de generar ocasiones de gol muy claras. A pesar de ello, lo más lógico es que resuelvan el entuerto en Barcelona con una alineación en la que podría haber varios titulares indiscutibles.
Al clásico con muchas dudas
Veremos cómo afecta este nuevo revés al vestuario. Es evidente que no es lo mismo empatar con suplentes y canteranos que hacerlo con titulares, pero lo que está claro es que la dinámica del grupo es negativa. Les hace falta un triunfo urgentemente, y el Clásico puede ser el mejor antídoto, pero también una picadura mortal.