Quién te ha visto y quién te ve. El Aston Villa tiene una historia gloriosa, pero su presente es desalentador. No hay que olvidar que se trata de un club que ganó la Copa de Europa en 1982 y posee siete títulos de la First Division, lo que ahora se conoce como Premier League. Sin embargo, la temporada pasada descendió a la Championship y está lejos de los puestos que te dan derecho a jugar en la máxima categoría del fútbol inglés.
La League One está a tiro de piedra
En estos momentos, y tras once jornadas, son decimonovenos con 10 puntos. Están a 2 puntos del descenso y a 10 de la promoción de ascenso, así que es normal que la última derrota, en campo del Preston North End, haya propiciado la destitución de Roberto Di Matteo.
Di Matteo no era el más indicado
El italo-suizo se convirtió en el quinto entrenador que pasaba por el club desde febrero de 2015. Su objetivo, como no podía ser de otra forma, era de lograr el ascenso, algo que ahora mismo se antoja complicado a pesar de que todavía queda mucha temporada por delante.
Ha durado 124 días en el banquillo porque no ha sido capaz de dirigir a una de las mejores plantillas del campeonato, por no decir la mejor. Este pasado verano se gastaron 48,7 millones de euros en fichajes para traer a hombres como el escocés Ross McCormack o el marfileño Jonathan Kodjia. También es cierto que se marcharon jugadores más o menos importantes como Idrissa Gana Gueye o Ciaran Clark, pero eso no justifica que el equipo esté tan abajo.
Un gran desembolso económico no siempre es sinónimo de éxito. Hay que construir un equipo y hay que contar con un buen entrenador. Di Matteo, al que solo se le reconoce aquella Champions que ganó haciéndose cargo del equipo con la competición ya en marcha, ha fracasado en Villa Park como también lo hizo en el Veltins-Arena de Gelsenkirchen. Estoy seguro de que le costará encontrar un nuevo equipo.
Demasiado tiempo sin ganar
El Aston Villa no gana desde el 13 de agosto, cuando se impuso al colista, el Rotherham United, por 3-0. Desde entonces ha llovido mucho, así que a nadie le extraña que la paciencia del presidente, el chino Tony Jiantong Xia, se haya terminado.