Nadie dijo que iba a ser fácil. Ganar la Premier League con una plantilla tan modesta como la del Leicester City es algo difícil de imaginar, pero los chicos de Claudio Ranieri han demostrado que en el mundo del fútbol no hay nada imposible.
Siguen líderes y ahora con tres puntos de diferencia, pero el empate de ayer ante el West Bromwich Albion les deja en manos del Tottenham, que si derrota esta noche al West Ham se colocará en lo más alto de la clasificación por contar con una diferencia de goles más amplia.
Remontada tras el susto inicial
Los visitantes, que se plantaron en el King Power Stadium con la intención de sumar los puntos que les hacen falta para sellar la permanencia de forma casi definitiva, se adelantaron en el marcador en el minuto 11 gracias a Salomón Rondón. El delantero venezolano aprovechó un pase a la espalda de la defensa para ganarle la posición a su par y definir con un disparo que se coló por debajo de las piernas de Kasper Schmeichel.
Antes del descanso los foxes fueron capaces de darle la vuelta al marcador. Primero gracias a un disparo de Daniel Drinkwater, que en el minuto 30 le pegó con todo desde fuera del área. El balón golpeó en un rival y eso descolocó a Ben Foster, que no pudo reaccionar a tiempo para evitar el empate.
El 2-1 llegó al filo del descanso tras una obra de arte de Riyad Mahrez. El argelino recibió un balón bombeado desde la banda izquierda y lo sirvió en bandeja con un sutil taconazo que aprovechó Andy King. El ’10’, el capitán’, definió muy bien y los jugadores del Leicester City encararon el túnel de vestuarios con una sonrisa de oreja a oreja.
Schmeichel hizo la estatua
Tras la reanudación llegó el 2-2 definitivo. Fue en el minuto 50, en un lanzamiento de falta magistral. Schmeichel no vio el balón y Craig Gardner lo puso en la misma escuadra con una rosca impecable. Fue un lanzamiento de libro que enfrió a los aficionados locales, que a pesar de ello despidieron a los suyos entre aplausos. El sueño que les están haciendo vivir no tiene precio.