Parecía que el mundo iba a ser maravilloso con Zinedine Zidane. Era como si el Real Madrid fuera otro, un equipo capacitado para ganar todos los partidos ofreciendo espectáculo. Sin embargo, con el paso de las jornadas nos damos cuenta de que no es así. ¿Por qué? Pues porque al final son los jugadores los que salen al terreno de juego a ganar los partidos, y el bueno de Zizou poco puede hacer para marcar goles, repartir asistencias o recuperar balones. Y lo mismo se podía decir de Rafa Benítez, pero al madrileño le atizaron hasta que Florentino Pérez se lo cargó como si no hubiera más culpables.
Agarrados a la Champions
A este Madrid solo le queda pelear por la Champions League, una competición que salva la temporada de cualquier club, pero que no oculta las miserias de una plantilla que no está dando la talla. Ya son 9 puntos de diferencia en Liga respecto al Barça, y cuando Benítez se fue solo eran 5. Por eso creo que la gente fue muy injusta con un hombre que está despotricando en los platós de televisión para soltar todo lo que tuvo que tragar en su día.
Problemas a domicilio
En casa son imparables, pero fuera de casa ya se han estrellado un par de veces. No pasaron del empate a uno en campo del Betis y ayer se repitió el resultado en La Rosaleda. Los números de Zidane son muy parecidos a los de Benítez por mucho que dé la sensación de que todo ha cambiado. Los jugadores están más contentos y lo exteriorizan, pero eso no significa que de la noche a la mañana vayan a ganar partidos y títulos como si fuera lo más fácil del mundo.
Hay que tener más paciencia
Hay que darle tiempo a Zidane porque acaba de empezar, pero que nadie piense que Benítez era muy malo y el francés es muy bueno. En el fútbol no todo lo que ocurre es por culpa de una sola persona. Lo que pasa es que es mucho más fácil echar a uno que echar a veinticinco. Por eso cuando los resultados se tuercen todos señalan al entrenador, aunque a Zidane le van a dar un crédito cien veces mayor del que tenía Benítez, que desde la primera jornada ya se sentía abandonado por la prensa, por los jugadores y por los aficionados.