Ayer lo dejé caer vía Facebook y vuelvo a la carga con ganas de escuchar comentarios sobre el tema. Las lesiones, por desgracia, son parte del fútbol, pero no todas son inevitables.
Un buen ejemplo es el de Rafinha. Anoche se vio sorprendido por una dura entrada de Radja Nainggolan durante el Roma – Barça. El brasileño tiene afectado el ligamento cruzado anterior de su pierna derecha y no podrá volver a jugar hasta la temporada que viene. ¿Es justo que el centrocampista belga se vaya de rositas?
Nainggolan es reincidente
Lo peor de todo es que no es la primera vez que hace algo parecido. Medio año atrás arruinó la progresión del joven Federico Mattiello, jugador de 20 años del Chievo Verona que desde entonces no ha vuelto a jugar un partido oficial.
Le rompió la tibia y horrorizó a sus compañeros, que curiosamente se acercaban a Mattiello para recriminarle que había ido con los tacos por delante. Puedes ver el desgraciado lance en este vídeo.
Y si…
No quiero criminalizar a Nainggolan (que por cierto ha lamentado lo que pasó vía redes sociales) o a otros jugadores de fútbol que han firmado entradas salvajes a lo largo de la historia. Solo quiero dejar en el aire un pensamiento que podría reducir considerablemente este tipo de lesiones. No hay que olvidar que antes de ayer fue el turno de Luke Shaw, futbolista del Manchester United que se fracturó la tibia por culpa de una entrada totalmente desproporcionada de Héctor Moreno.
Mi propuesta es sancionar a los leñeros con los mismos partidos que se pierde el jugador al que ha lesionado. O como mínimo con la mitad. Lo que no puede ser es que no se actúe de oficio alegando que el árbitro no sancionó la jugada en su momento. Cosas así no deberían pasar con tanta frecuencia.
¿El problema? No siempre se va con mala intención. Puede haber un resbalón o una jugada desafortunada que acabe con una grave lesión. Eso complicaría tanto las cosas que probablemente lo haría inviable. ¿Solución? Pensar un poco en los demás. No hay que olvidar que son compañeros de profesión.