Samuel Eto’o llegó a ser el mejor delantero centro del mundo. No tuvo demasiadas oportunidades en el Real Madrid y se buscó la vida en el Mallorca, donde inició una carrera profesional brillante que poco a poco se ha ido desmoronando por culpa del dinero.
Del Mallorca al Barça
Tras marcar 17 goles en 32 partidos de liga con la camiseta del conjunto balear, el Barça llamó a sus puertas y se hizo con sus servicios. Fue un duro golpe para el Madrid, que un año antes le había traspasado por 5,4 millones de euros.
Los catalanes pagaron 20 kilos y acertaron con su fichaje. Junto a Ronaldinho fue letal, marcando 25 goles en Liga en su primer año y 27 en el segundo. La tercera y la cuarta temporada del camerunés no fueron tan buenas por culpa de las lesiones, pero en su último curso en can Barça, el 2008-2009, acabó con 30 goles en 36 partidos de Liga.
Triplete en el Inter
A pesar de ello, su etapa finalizó porque Pep Guardiola le veía como una bomba de relojería en el vestuario. Fue traspasado al Inter de Milán y allí volvió a brillar con luz propia. A las órdenes de José Mourinho, con quien coincidió en su primera temporada en Italia, marcó 12 goles en 32 partidos de la Serie A y fue una pieza clave en una plantilla que logró el triplete por primera vez en la historia del club.
Sueldazo en el Anzhi
Su siguiente temporada fue todavía mejor y eso le llevó a fichar por el Anzhi, un club ruso con sede en Majachkalá que quería convertirse en el más poderoso del mundo de la noche a la mañana. Por eso le ficharon pagándole 20 millones de euros por temporada, lo que le sirvió para convertirse en el jugador de fútbol mejor pagado del mundo.
Su paso por Rusia, donde estuvo algo más de dos temporadas, no fue tan positivo a nivel deportivo. Eto’o dejó de ser tan letal y sus registros cayeron pese a disputar competiciones de menor nivel. Roberto Carlos, secretario técnico del Anzhi por aquella época, dijo a posteriori que el camerunés había hecho de todo menos jugar. Se metía en sus asuntos y en los del entrenador, Guus Hiddink. Quería tomar decisiones más allá del terreno de juego. Se creía todopoderoso.
Le fue bien hasta que el propietario del Anzhi, el multimillonario Suleiman Kerimov, decidió reducir la inversión. No veía claro el proyecto y Eto’o estaba obligado a salir. Su sueldo era insostenible.
De fracaso en fracaso
Se marchó al Chelsea, donde Mourinho le esperaba con los brazos abiertos. Eso sí, firmó por una sola temporada y no renovó. Tenía 32 años y su rendimiento ya no era el de antaño. Había perdido esa chispa de velocidad que le caracterizaba, además de la voracidad que le hizo marcar tantos goles.
Pasó con más pena que gloria y se marchó al Everton, donde todavía le fue peor. No acabó la temporada porque en el mercado de invierno la Sampdoria apostó por él, lo cual fue desastroso. Solo marcó 2 goles en 18 partidos y el equipo no logró el objetivo para el que se le había fichado.
Ahora su futuro está en Turquía, donde el Antalyaspor le ha asegurado un buen salario. Allí jugará la temporada que viene. Luego Dios dirá. China, Dubái y Estados Unidos son destinos que podrían llamar a su puerta cuando cumpla los 35 y no le quieran ningún club europeo.